Capítulo 3

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Y la oportunidad llegó en una ocasión en la que casualmente la regadera de su cuarto se descompuso y no le salía agua; ella tenía que bañarse porque tenía una clase por la tarde; ese día en casa solo estábamos ella, su tía, y yo.
Le dije que si quería podía bañarse en la regadera de mi cuarto, a lo que ella accedió. Yo estaba en la sala viendo el fut bol.
En cuanto vi que se metió a mi cuarto fui con la intención de poder verla; se escuchaba el agua al caer y eso me excitó; la chapa de la puerta se había atrofiado y en mi afán de querer repararla lo hice mal y quedó un orificio por el cual se podía ver directamente hacia la regadera.
Ese día se cumplió mi deseo de verla desnuda; estaba de espaldas, sus nalgas eran redonditas, anchas y paraditas; y cuando se puso de frente a la puerta pude verle su panochita; el agua corría por todo su cuerpo, sus pelitos mojados se veían espectaculares; para entonces yo ya tenia mi pene bien erecto; me lo saqué y empecé a masturbarme viéndola; veía como se tocaba su monte de Venus al enjabonarla. Desafortunadamente escuché ruidos cerca de la habitación por lo que me salí, y por temor ya no regresé. Pero ya la había visto, había visto a mi primita totalmente desnuda, lo que me llevo a dirigirme después de que ella termino de ducharse, al baño a masturbarme, a vaciar todo lo que tenia acumulado y que sentía que terminaría por reventar mi pene.

Los jugueteos entre ella y yo aumentaban de tono; los dos sabíamos que esos roces a nuestras partes intimas no eran sin querer, sabíamos que eso nos gustaba; ella tomó la costumbre de pellizcar mis brazos y morderlos, al igual que lo hacia con mis mejillas; yo también hacia lo mismo con ella.

Hubo una ocasión en la que muy temprano por la mañana, tanto mis tíos como mis otras dos primas salieron, por lo que nos quedamos en casa solo ella, mi primito de 6 años, y yo.
Ese día ella fue hacia mi cuarto a buscar a mi primito que gustaba de ir a ver la televisión conmigo. Cuando ella llegó yo estaba acostado en mi cama; solo en bóxer y sin playera con una sábana cobijándome. Ella se recostó a mi lado y empezó con sus pellizcos y jugueteos; ¡imagínense!; si de por si uno en las mañanas amanece como carpa de circo por las erecciones, yo con mi primita a un lado estaba peor. Ese día ella se atrevió a morder mi abdomen, aunque no solo sentí que lo mordía, sino que lo lamía con su lengua y no retiraba su boca, sino que la dejaba unos segundos haciendo presión en mi piel; mi pene se puso bien erecto, lo que ella notó debido a la delgada sábana que tenia encima. Ya era evidente que ella también se calentaba y que deseaba tener algún tipo de contacto sexual conmigo, aun así todavía no me atreví ni siquiera a besarla; pero decidí que ahora seria ella quien tenia que verme desnudo, tenia que ver mi pene para despertar su deseo; y así pasó después.

Enamorado de Alguien que no DebíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora