Capitulo 8

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Isabella se quedó mirando a Phineas sin saber qué decir. El silencio llenaba el comedor y el resto de la casa. Podía sentirlo a su alrededor, haciendo que las palabras que acababa de decirle retumbaran en su cabeza.

No estaba cómoda con la situación ni le hacía gracia que hubiera conseguido convencerla para que pasara esas semanas con él en su casa, pero tenía muy claro que Phineas iba a tratar de cumplir su palabra.

Aunque le costara admitirlo, ese hombre había conseguido impresionarla con su decisión y testarudez. Creía que, en su lugar, cualquier otro hombre estaría haciendo lo imposible por evitar hacerse cargo de un niño que ni siquiera sabía aún si era o no suyo y que había tenido después de acostarse con una joven a la que no recordaba. Le había sorprendido que él fuera el primero en ofrecerse a realizar las pruebas de paternidad.

Pero Phineas no solo había querido realizarse esas pruebas sino que la había convencido para poder tener cerca a Bradley hasta que obtuviera los resultados.

Y había aceptado que ella se quedara porque sabía que era lo más parecido a una madre que había tenido el bebé durante su breve existencia. Había transformado su lujosa cabaña de soltero en una especie de escuela infantil y le había conseguido a ella un trabajo para resarcirla por la pérdida de clientes e ingresos que pudiera causarle el pasar un par de semanas lejos de Denver.

En realidad, no necesitaba esas cosas. Tenía su propio piso en Denver y una empresa que iba bastante bien. Pero el hecho de que Phineas Flynn estuviera dispuesto a mover cielo y tierra para asegurarse de que se quedaran con él durante ese tiempo y que su estancia fuera agradable, había conseguido que mejorara mucho la opinión que tenía de ese rico heredero.

Trató de relajarse un poco y suspiró. Creía que solo se trataba de cansancio y que aquello no era una rendición, pero una parte de ella sabía que había capitulado por completo.

Había ido hasta Danville con la intención de que Phineas pudiera saber que tenía un hijo. Creía que no podía culparse por lo que había pasado desde entonces y cómo parecían haberse complicado las cosas. Ya había aceptado ayudar a Erica con su boda y también pasar ese tiempo en casa de Phineas. Imaginó que no tenía sentido que fuera testaruda y batallara sobre detalles sin importancia cuando ya había cedido tanto. Pensó que lo mejor que podía hacer era relajarse y dejarse llevar por esa fuerza imparable que parecía emanar de Phineas Flynn.

Pero no era una idea que le agradara del todo. Era una mujer demasiado terca como para permanecer impasible y permitir que otra persona tomara las riendas de su vida y le dijera lo que tenía que hacer.

Aun así, imaginó que no iba a pasarle nada si, por una vez en su vida, se dejaba llevar por las circunstancias. Después de todo, si conseguía organizar la boda con la que soñaba la hermana de Phineas, esa experiencia podría resultarle muy beneficiosa a medio y a largo plazo.

Algo más tranquila, tomó de nuevo su tenedor.

-Erica me comentó que su prometido y ella habían pensado organizar una gran boda en verano. Pero han estado demasiado ocupados durante estos dos últimos meses y al parecer las cosas se les han ido un poco de las manos. Ahora, todo lo que quieren es poder casarse cuanto antes y conseguir una boda más pequeña y sencilla.

Vio que también Phineas parecía relajarse un poco al comprobar que estaba dispuesta a hablar. Tomó la copa y, sin dejar de mirarla, bebió un poco de vino antes de seguir comiendo.

-La verdad es que no sé por qué lo han decidido así, pero tengo muy claro que le gusta la idea de celebrar una boda navideña. Algo privado y sin excesiva pompa, aunque no hemos decidido aún dónde tendrá lugar -prosiguió ella.

La razón perfecta (Phinbella)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora