Cierto. Puede que no sea la persona más popular, ni tampoco la persona que tenga un cuerpo de diez, simplemente soy yo, con mis buenas y mis malas, con mis pros y mis contras, pero al fin y al cabo, simplemente soy yo.
Hoy me tocaba ir a clase, pero como de costumbre me dormí. Llegué casi tres horas tarde. Al menos llegué, no como otros... En fin, la única razón por la que me despertaba todos los días para venir a esta estúpida cárcel llamada instituto, era ella.
Sara López, delegada de mi clase, cooperante del jefe de estudios y miembro del consejo de estudiantes.
Como salta a la vista, es bastante popular, no en el sentido de ser guapa, que también, pero sobretodo por ser buena persona.
Cuando he entrado, tras disculparme por llegar tarde, la he mirado. Me ha sonreído y claro, he devuelto la sonrisa.
Llego a mi sitio y saco mis libros. Una notita llega a mi mesa.
¿No te acuerdas de que aún tienes que venir obligado a clase?
Es de él, mi mejor amigo, Adrián. Lo miro y le sonrío. Le voy a contestar con otra notita.
Jajajajaja eres idiota xD y sí, a veces se me olvida y es PRECIOSO.
La lanzo con precisión... ¡Bingo! En el estuche.
Me mira tras leerlo negando con la cabeza y sonriendo.No entiendo cómo este chico no tiene pareja. Es increíblemente guapo. Pelo marrón rizado, ojos verdes, con pecas, alto... No lo entiendo. Tampoco es que tenga muchos amigos.
He visto como la gente lo mira por los pasillos. Lo miran con deseo, es demasiado atractivo, pero aún así no le han dicho nada nunca. Al menos no a la cara. Bueno salvo las niñas de primer año, que lo miran y hacen un corro entre ellas y susurran entre risitas.
«Crías»
Pero bueno, yo también fui así, supongo...
10:58.
Suena la campana del recreo
-Hey- es Adrián-¿Compartimos almuerzo? He traído galletas y batido, ¿te has traído algo?
-Por supuesto, sino no aguantaría las seis horas de muerte- nos reímos- he traído bocata de nocilla y un zumo de piña, ¿vamos donde siempre?
-¡Pues claro!- sonríe y me agarra del brazo para que vayamos.Ese lugar es el último piso. Allí no hay nadie nunca, y da el sol. Es genial. A mí me encanta estar allí, y más con él, que es la mejor compañía.
De repente, oímos pasos subiendo por la escalera que tenemos a nuestra derecha.
«Mierda»
Si alguien viniera y descubriese este increíble lugar, ya no sería un lugar secreto y solitario. Seguro que vendrían aquí todos los recreos, como nosotros.
Adrián me mira ¿asustado?
-¿Quién...?
«¡Shh!»
Le indico con el dedo índice en la boca.
-¡Chicos!
Es Sara.
-Uff, menos mal que os encuentro- dice.
-¿A nosotros?- pregunta Adri.
-Sí, a vosotros.
-Y exactamente, ¿para qué?-digo.
-Os está buscando el director.Adri y yo nos miramos.
-¿Qué hemos...
-¡vosotros sólo id y lo sabréis!Nunca la había visto tan estresada. Supongo que mantener una imagen para el profesorado y el equipo directivo es complicado.
-¡Bueno bueno, ahora vamos!- dice Adri.
-¡No! ¡Ahora no, YA!Grita y nos levantamos corriendo. Esta Sara me da miedo.
Llegamos al despacho del director. Sin darme cuenta Sara ha desaparecido.
-Tío- me agarra Adri del hombro- ¿qué querrá? ¿Acaso compartir merienda está prohibido o algo así?
Río, es tan gracioso.
-¿Tranquilo vale? No hemos hecho nada malo.
-Bueno...
-¿Bueno qué?
-Que puede que sí que hayamos hecho algo malo...
-¿Pero qué dices? ¿Qué has hecho tío?
-¡Nada!
-¿entonces por qué dices esas mierdas?
-¡Yo que sé! Por algo nos habrá llamado, ¿no crees?
-O se habrá equivocado...
-Ais no sé, ¡déjame!
-Jajajajaja.Él ríe también.
Una voz grave nos saca de ese momento de risas. Es el director, nos hace pasar.-Señores Adrián Jiménez y Marcos Pérez, los tres sabemos por qué estáis aquí...
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Razones para sonreír
RomanceMe llamo Marcos, 16 años. Conozco a alguien especial, de esas personas que te hace tener millones de cosquilleos con solo mirarla. Somos buenos amigos desde la infancia, sólo que como bien he dicho, amigos. Nunca hubo nada. Y sí, yo también soy pers...