Sólo palabras.

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Oigo que se pega a mi puerta.

-¡Hey! ¡Tío abre! Soy yo...Adrián...

Aporrea mi puerta una y otra vez utilizando rodillas y manos.

-¡Vamos tío sal!
-Lárgate, ¿vale?
-Vamos sal...
-¡No voy a volver a decirte que no voy a salir vale!
-Vale, pues te esperaré aquí mismo.
-Vale, pues te vas a aburrir...
-Já, yo nunca me aburro contigo y lo sabes.
-Si no te aburrieras conmigo no te andarías besando con otro tío en mis narices sólo por diversión- cojo aire- y lo sabes.

Hay un silencio tremendo e incómodo. No sé por qué he dicho eso, simplemente me ha salido sólo.

-Yo...Adri...no quería decir nada de eso...
-Da igual, supongo que llevas razón...
-Bueno, supongo que ha sido excitante besarlo, ¿no es así?
-Jajajaja, un poco sí la verdad...y ahora que lo recuerdo, ¿para tí también eh...?

Me lo estoy imaginando con cara mal pensante. Tengo que explicar un poco lo que pasó...

-Oye...yo no sé qué me pasó ahí arriba de verdad no...
-Da lo mismo tío... Seguramente estarías pensando en Sara o en tus cosas o en yo que sé qué. A veces ocurre sin más, o puede que simplemente te excitase la situación o Paul...
-Pss en todo caso me excitarías tú.

«¿¡Por qué he dicho eso!?»

-Va...vaya...Marcos...no sabía que yo...ya sabes creí que Paul...te ponía más o algo...no sé...
-Adri...
-Cierto, perdón, no es un buen tema...
-No tío no es el tema, es simplemente que ha sido una mañana rara nada más.
-¿Rara?
-Pues a ver, no todos los días vas al despacho del director, asumes la culpa por algo que no has hecho, descubres que tu amigo es homosexual, te castigan, se lían en tus narices tu amigo y su rollo, te pones sólo por verles besarse y corres a esconderte al baño...- cojo mucho más aire- vamos, a mí no me pasa esto siempre, no sé a tí.

Hay un pequeño silencio hasta que dice:

-Oye Marcos.
-Dime.
-Gracias.

Sonrío. Ambos estamos apoyados en la puerta, es como si estuviéramos apoyados espalda con espalda pero separados por una puerta.

-Y también quería pedirte perdón.
-¿Por qué?
-Porque todo esto ha sido culpa mía, si te hubiera contado desde un principio que me atraían los chicos, nada de esto hubiera pasado. Si te hubiera contado mi rollo, si se le puede llamar así, con Paul tampoco te hubieran culpado a tí ni tú hubieras asumido ese castigo. Básicamente no hubiera pasado nada, estaríamos durmiéndonos en matemáticas ahora mismo y todo sería como siempre. Pero cómo no, yo siempre cagándola.

No tengo ni idea de qué decir ahora mismo.

-Y tanto por lo de la mañana como lo de no saber reaccionar ahí arriba con toda la situación, perdona; ya sé que todo esto son sólo palabras pero de verdad no sé cómo hacer para pedirte perdón a través de una puerta.

Y entonces, justo cuando pronuncia esa frase, me separo de la puerta, quito el pestillo y la abro. Por suerte se ha apartado a tiempo, sino se hubiera caído.

Nos separa como medio metro de distancia. Tiene las manos a los lados con los puños apretados y tensos. Está nervioso. Supongo que no sabrá cómo actuar aquí. Por suerte, yo sí, y no aguanto más.

Doy un paso al frente y lo abrazo. No cierra los ojos hasta ahora. Yo igual. Lo abrazo fuerte pero también delicadamente. Me agarra por la altura de las costillas, yo en cambio por los hombros, alrededor de la cabeza.

De repente, noto una ligera presión en la pelvis.

«Mierda...otra vez no...»

Me aparto de golpe de él, y mientras él intenta recuperar el equilibrio, yo le doy la espalda.

No tengo abrigo largo... ¡La chaqueta!
Me la quito y me la ato alrededor de la cintura para tapar más o menos esa parte. A pesar de estar a unos cuatro grados, yo estoy en manga corta.

«Ole mis...»

-¿Tanto calor tienes?
-Emm sí, mucho. Es que me ha dado un yuyu y me he tenido que apartar corriendo- digo.
-Claro...
-¡Oye que es verdad!- miento.
-¡Vale vale!
-¡Que síiii!
-Lo que tú digas...- me chincha.
-Serás...¡Ven aquí enano!

Voy hacia él y lo agarro alrededor de la cabeza, pongo mi mano en ella, y froto con el puño. ¿A quién no le molesta eso?

-¡Oye paraaa!- dice riendo.
-¿Qué dices enano? ¡Aquí arriba no llega tu vocecita!
-¡Casi soy tan alto como tú!
-Ajá, ahí está la clave, ¡casi!
-En cuanto salga de aquí te vas a enterar...
-Vale, entonces nunca...jajajaja.

En un segundo todo cambia. No sé ni cómo ha salido y literalmente me ha puesto contra el lavabo. Esta situación sí que es verdaderamente excitante.

«¡Ya basta de pensar esas cosas!»

Entonces nos veo en el espejo. Ambos estamos con la respiración algo agitada, aunque él más que yo. Yo estoy bastante colorado y él en cambio no tanto, lo disimula muy bien. De pronto, pega su cadera a mí, y dice sin dejar de mirarnos en el espejo:

-¿Quién dijo que este enano no saldría jamás?

Vuelve a mirarnos en el espejo pícaro, se acerca a mi oído apartando la vista del espejo y me susurra:

-Y sí, esto es verdaderamente excitante.

Razones para sonreírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora