Capítulo I

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Él estaba parado justo al frente de mí, mirándome con cara rara. Los médicos me han dicho que no puede recordarme, que no puede recordar nada.
-Todo fue mi culpa Jolle. - Dije con lágrimas en los ojos.
-¿De que me hablas, criatura? - Dijo; por un segundo pareció que me recordó por que me miró con ternura, pero sólo lo hizo por que de mis ojos caían lágrimas.
La primera vez que vine a verlo desde que despertó estaba agresivo y comenzó a atacar a sus cercanos, su madre me miró con rabia y le prometí no volver hasta que el fuese dado de alta o me recordará.
Ella me habló por teléfono tres días después, mi teléfono sonó y logre percatarme de que era el tono de llamada personalizado para Jolle, sin pensarlo dos veces tome aquel teléfono con aquella ansiada llamada. No era él pero de algo a nada, prefería la voz molesta de su madre con aquella respiración tan similar a la de su hijo; ella informó que Jolle estaba preguntando por la chica linda que fue a verlo y sin poder evitarlo a través del teléfono sonreí, Jolle creía que yo era linda, jamás me lo hubiese dicho si tuviera conciencia de lo que dice. Bueno, no después de lo que vivimos.
Hablé con ella unos diez minutos, me explicó que tenía tan sólo 20 minutos para llegar antes de que la hora de vista terminará.
Justo después de colgar me puse en marcha.
Tome la playera de Nirvana que era Jolle, las llaves de mi moto y me fui de mi hogar para ir a ver a aquel chico descuidado que tanto anhelaba ver.
Era una noche especialmente fría y tuve que ir a una velocidad tal que mis huesos se helaron, pero tenía sólo quince minutos para llegar.
Llegué derrapando, estacione mi moto en un lugar vacío y ajeno a miradas molestas, me desmonte, la desconecte y la cubri para que durante la noche no se llegará a mojar con el rocio.
Mire la hora en mi reloj.
-¡Demonios! - Me maldije en mis adentros por haber estacionado mi moto tan lejos de la entrada, tenía sólo cinco minutos para llegar.
Si llegaba podría pasar toda la noche con Jolle, como su madre me lo habia prometido.
Corrí como sabía hacerlo, como me enseñaron en mis clases de atletismo, como Jolle solía enseñarme.
Llegué sin aliento a la recepción.
-Lo logre, estoy aquí. - Dije entre bocanadas de aire.
La madre de Jolle ya me estaba esperando y me miraba de la misma forma que siempre, con odio y resentimiento. Si tan sólo ella supiera que yo soy la única que puede devolverle los recuerdos a su hijo...
Llene toda la documentación y entregue mi identificación, la recepcionista se burló de mi nombre, pero ya no importa, es costumbre y a Jolle solía parecerle lindo.
Justo al frente de su habitación, la 21, mi respiración se acelera y comencé a desear estar en otro lado.
-Anda. Lleva esperándote por mucho tiempo, no lo hagas seguir haciendo perder su tiempo y el mío. - Dijo su madre que por cierto se llama Catherine.
Por la simple idea de quedarme a solas con esa mujer es por lo que decido entrar a la habitación.
Todo estaba hecho un desastre, típico de Jolle, la habitación estaba a oscuras y sólo por la tenue luz que entraba desde la ventana pude llegar al interruptor, lo presione y lo vi, ahí estaba Jolle con la típica ropa de hospital.

Sólo Recuerdos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora