Misterios azul violáceo.

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Bueno después de haber dejado esta novela un poco de lado, aquí os dejo un nuevo capítulo ^^ Se lo quiero dedicar a Aria, con la esperanza de que perdone mi tardanza y olvide su amenaza de arrojarme pan duro!

En él quiero rendir homenaje a una persona que admiro mucho, a un gran escritor, un genial científico, un profesor extraordinario y una persona expecional, al que quiero mandar un abrazo muy fuerte.

Gracias por leerme, espero que este capítulo os guste y que, a ser posible me digaís vuestras opiniones, tanto buenas como malas!

Un abrazo a todos!! :)

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Adrianne contemplaba a su compañera con la preocupación pintada en el rostro. Sus dientes atacaban sin piedad a la impecable manicura francesa, como si ingerir el esmalte químico le fuera a dar una fórmula mágica para acabar con la desoladora tristeza de Ámbar.

Desde la muerte del chico, Shin,no había vuelto a ser la misma. Había sido un golpe duro para toda la Universidad,pero en pocos días la vida de los estudiantes había seguido su ritmo con normalidad. La causa oficial de la muerte había sido un suicidio. Según el forense, el cuchillo había sido clavado limpiamente en el centro del estómago,con la hoja girada de tal manera que la única hipótesis era que la víctima había decidido terminar con su vida por decisión propia. A nadie le extrañó demasiado. Shin era un chico tímido y con tendencias antisociales. Solo se le conocía una amiga en la Universidad; Rosa, una gótica extravagente considerada poco mas que una paria. Ambos estudiaban música por lo que iban a la misma clase, comían juntos y paseaban por los jardines cogidos de la mano. Sin embargo, nunca se les había visto manteniendo una conversación. Ni siquiera dirigiéndose una palabra. Pocas personas les habían oido hablar a alguna vez, en especial a Shin. Corría el rumor de que no sabía hablar español, reforzado por su fuerte aspecto japonés.  Sin embargo, Shin era uno de los más brillantes alumnos de la  Universidad; tocaba el piano,el bajo eléctrico y el saxofón ,y  Adrianne estaba segura de que el dominio que tenía de ellos sobrepasaba al de ciertos profesores.  La francesa solo le conocía de vista, de haber asistido a alguno de los múltiples conciertos que había dado en la universidad. No podía evitar sentir rechazo ante su forma de ser, tan distante y fría, pero tenía que reconocer que toda la pasión que le faltaban en su carácter los imprimía en su música. Escucharle unos minutos era un verdadero regalo para los sentidos. La magia de sus notas tenía el efecto de transportar al espectador, de hacerle flotar impulsado por su melodía celestial.

Ámbar volvió la mirada hasta su amiga, clavando una melancólica mirada rojiza en ella.

-Mon amour.-Susurró Adrianne, alargando sus delgados dedos hasta el cabello de su compañera.-¿Cómo estás?

Ámbar no contestó. Simplemente suspiró y cerró los párpados con fuerza.

-No puedes continuar así, Ámbar.-Opinó Julietta tímidamente.-Sabemos que lo que pasó con Shin es terrible, y que verlo ha debido de ser una esperiencia espantosa, pero la vida sigue.

-¿Has pensado en acudir a un especialista?.-Preguntó Meg, quitándose los cascos que recitaban una retahila en alemán del curso que estaba haciendo.

-No necesito nada.-Susurró ella.-No lo entendeís. Yo le ví muerto. Tenía los ojos abiertos y expresión de miedo. Pero a nadie le importa. Es mas fácil decir que se suicidó ¿Entendeís? La verdad no interesa...

-Ámbar.-Dijo Julietta muy seria.-Creo que deberías hablar con Rosa.

-¿Con Rosa?.-Preguntó Margarett, extrañada.-Esa chica no esta bien de la cabeza.

Sangre y Acuarela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora