Capitulo 24: Conejo Blanco

59 4 0
                                    

Se escuchaban las campanas de la iglesia por todo Arendelle. Los ciudadanos se dirigían al lugar contentos.

—¡hoy es un gran día!—le dijo un ciudadano a otro mientras se colocaban su sombreros para dirigirse al dicho lugar.

—¿Por qué tengo que vestirme así?—se quejó el niño a su madre que esta le estaba colocando su lazo corbata.

—¡es un gran día, la Reina se nos casa!—menciono ella con alegría

—¡pero no es mi culpa!—se quejó de nuevo el niño mientras es arrastrado por su madre.

Eso lo observabas todo desde tu lugar. No supiste el momento en que regresaste a Arendelle; por más que no querías regresar. Pero tus deberes de espíritu de invierno te llamaban y para el colmo llegaste en el momento más oportuno.

—"qué casualidad"—no pudiste pensar con fastidio, como si fuera la peor broma del destino.

Por más que tu cabeza te decía que te fueras tu corazón no pensaba igual. Como alejarte del lugar donde conociste el amor; no importaba cuán lejos te hayas ido, cuanto tiempo tardaras en regresar y cuanto le ruegues al hombre de la luna de que te ayudara.

Como si tuvieras en modo automático te dirigiste al castillo, te asomaste por unas de las ventanas precisamente la del cuarto de la chica.

Tu corazón dio un salto al volver al verla pero sobre todo porque se veía más hermosa desde la última vez que la viste; estaba con un hermoso vestido blanco, rápido dedujiste que era su vestido de novia. Se veía bella con su pelo recogido en un peinado con algunos mechones afuera y su corona. Estaba haciendo atendida por algunas de sus sirvientas que le arreglaban la cola del vestido y la otra la maquillaba con un maquillaje suave y delicado; y por lo que podías interpretar le decían "estas muy hermosa su majestad" por lo que la Reina solo sonreía.

De momento entra Anna, con un hermoso vestido dorado y el cabello en una hermosa trenza. Viste que las sirvientas saludaron a Anna para después salir del cuarto dejando las hermanas solas.

Anna abraza a su hermana y parece que le dijo algo en el oído porque Elsa la soltó suavemente y se dirigió al frente del espejo completo.

No podías escuchar nada de lo que decían pero si podías ver sus expresiones. Anna se veía preocupada y Elsa se veía neutral y con decisión. Después notaste que Anna puso una expresión compresiva para luego darle un beso en la frente a su hermana para salir de la habitación. Elsa nuevamente quedo sola, mirándose en el espejo. Viste que se contemplaba de arriba abajo.

Retiraste la mirada. Tenías esta lucha interna. No sabias si entrar o irte de ahí.

Si te ibas el viaje que hiciste fue en vano, como siempre. Si te quedas tendrás que aguantar el dolor de volver a dejarla ir; aunque no importa cual decisión elijas siempre tendrás el mismo resultado.

Decidiste irte pero al volver a mirar a Elsa viste que ella tenía los ojos aguados y una lágrima se le escapo ¿Por qué llora? Te preguntabas si se supone que este sería el día más feliz de su vida, para toda mujer el día de su boda es el más feliz de todos ¿oh no? No te gustaba verla asi.

Viste que ella se tapó la cara con ambas manos por lo que esta sería tu oportunidad. Abriste la ventana suavemente para no hacer ruido, estando ya adentro de la habitación colocaste un poco de escarcha en la ventana formando un pequeño conejo ya que recordaste que algún momento Elsa quiso acariciar a un conejo que vio en el bosque.

Cerraste los ojos y respiraste hondo moviste tus manos hacia tu pecho haciendo que el conejo de escarcha saliera y empezara a saltar. Sonreíste complacido ya que es un truco que acababas de perfeccionar.

El conejo de escarcha empezó dar pequeños saltos en el aire dejando en cada salto pequeños rastro de nieve, empezó dar vuelta por la habitación hasta pasar al frente de Elsa, que está al sentir algo alzo su mirada sorprendida mientras miraba al conejo de escarcha que saltaba alrededor de ella. La chica empezó reír hasta que recordó algo.

—¿Jack?

Se dio la vuelta, pero no vio nada; noto que la ventana estaba abierta y se acercó.

—¡Jack!—susurro

La viste desde abajo cuando se asomó por la ventana, no querías arriesgarte a que tu corazón te fallara.

—¿la dejaras ir?—escuchaste una voz bastante familiar.

—¿no sé de qué hablas?—le dijiste neutral, aun mirando la ventada donde Elsa ya se había alejado.

—seré un muñeco de nieve sin cerebro o cráneo o huesos—decía este enumerando—¡pero, no soy tonto!—dijo este en un tono de regaño—sé que la amas, Jack

Le dirigiste la mirada

—y es por esa misma razón por la cual la dejare ir— dijiste serio, pasándole por el lado al muñeco.

Olaf se quedó solo

—Ambos están cometiendo un gran error—dijo lastimoso y vio por la ventana donde estaba la chica antes—no si yo puedo hacer algo—dijo en tono decidido.

Cold Body,Warm Heart  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora