Me voy a dormir con la idea de que mañana tengo que hablar con Annie, pero no la quiero poner nerviosa. Sé que es buena gente, una persona que sin dudarlo te echa un cable. Me despierto asustado en medio de la noche.
Creo haber escuchado un grito, sólo de pensar que puede ser de alguien de mi familia, me hiela la sangre. Corro la sábana y cogiendo un cuchillo, especial para descamar a los peces que diariamente pescamos, regalo de mi padre, y abro suavemente la puerta de mi habitación.
La maldita puerta, hace el típico ruido innecesario que te pone los vellos en punta, por lo que me obligo a ser más silencioso aún. Entre gateos y arrastrándome en el suelo, llego a la puerta de casa donde veo a varios agentes de paz... que llevan a medio arrastras a una mujer, mi vecina Bekia.
Me quedo horrorizado, no puedo creerme lo que está sucediendo. La mujer, intenta gritar, pero le contestan con una bofetada. Quiero salvarla de esas bestias, es un buena mujer que nunca ha hecho nada, siempre para mi cumpleaños me regalaba algo, una pulsera de conchas y pequeñas caracolas o una pequeña tarta, que se podía permitir gracias a que su marido trabajó para el capitolio. Por todo esto y porque es una bella persona, me dispongo a salir cuando de pronto llega, me tapa la boca y me obliga a sentarme en el suelo.
Es mi padre, que tras una rápida ojeada a su alrededor me dice - ¿Cómo se te ocurre si quiera pensar en lo que ibas a hacer? ¿Es que acaso quieres morir? ¿No te das cuenta, de lo que ibas a hacer era casi un suicido?
Cuando me ve más calmado me deja hablar, pero a susurros - papá, tenía que hacer algo por la vecina, nuestra vecina. -Digo poniéndole énfasis, para que le afecte, aunque sea poco.
Él se da cuenta de que estoy afectado y me lleva hasta mi habitación. Me siento en la cama y le miro a los ojos, inquisitivo. Si voy a aprender a utilizar el tridente es porque me considera bastante maduro y me puede contar más cosas. Se da cuenta de que quiero y necesito información, por lo que empieza hablar.
Me cuenta el porqué de no haberme dejado salir a ayudar a la vecina, de porqué a algunos jóvenes de 12 a 18 años, esta época del año les da miedo, terror, tanto que a veces, se les ve ojerosos y pálidos, del qué y porqué tenemos que cuidar a mamá, etc.
Son tantas las cosas que me cuenta mi padre, que lo único en lo que puedo pensar es que el Capitolio tiene la culpa de todo. Hablamos y hablamos tanto que, sin darnos cuenta, algunos rayos del sol empiezan a entrar por la ventana. Mi padre, tras darme un fuerte abrazo, me deja solo, para que duerma y para que piense un poco en lo que hemos hablado.
Me aterra pensar en lo que podría haber pasado si hubiera salido de casa y me hubiera puesto a gritarles a los agentes de paz. Podría estar encerrado en un calabozo o ... muerto. Esto último me hace pensar en los juegos del hambre, porque hasta eso me ha contado mi padre.
Cuando me lo contó no podía creérmelo, era demasiado. Pero por lo menos aún me quedarían 4 años hasta que tuviera que entrar en la urna. Me quedo dormido y para mi sorpresa, hasta tarde, porque se habían suspendido las clases a todos los cursos. Mi madre me cuenta que hoy va a ser el "enjuiciamiento" de la vecina que va a ser público, en medio de cientos de personas y cámaras.
Pobre, mamá no sabe que anoche vi cómo se la llevaban, pero no lo quiero contar nada, está embarazada y cosas de este tipo la pueden poner muy mal. Termino de desayunar y cuando me voy a ir a cambiar a mi habitación, aporrean muy fuerte la puerta. Mi madre abre la puerta y veo a mi padre escoltado por 3 agentes de paz, fuertemente armados.
Esta visión hace que mi madre, muy débil caiga desmayada. Corro hacia ella, y empiezo a darle suaves zarandeos, quiero que despierte y me diga que está bien. Lloro y veo como los agentes de paz se ríen.
-Por fin, sueltan a mi padre cuando me dice.- Finn, corre llama a la madre de Annie. Salgo de casa y voy corriendo a casa de mi vecina, llorando como un desesperado y me pongo a llamar todo lo que puedo a la vecina.
Sale al oír mis gritos desesperados y casi dándole igual me mira y dice - ¿Qué quieres?
Yo como puedo le digo que mi madre necesita ayuda y casi sin darle tiempo para reaccionar le cojo de la mano y con fuerza la traigo hasta casa. Cuando ve la escena, se pone manos a la obra y con la ayuda de mi padre que le trae todo lo que necesita. A los 10 minutos, una ambulancia se marcha de casa y mi madre dentro de ella. Ha despertado pero la vecina quiere que la vea un médico.
Yo lo único de lo que puedo acordarme es de cómo se reían los agentes de paz al ver a mi madre tirada en el suelo. Es entonces cuando me siento en un rincón de la casa, me acurruco e intento de hacerme lo más pequeño posible. Mis padres están en el hospital no han podido llevarme y yo me he quedado aquí solo... Al rato veo una sombra y cuando me quiero dar cuenta, Annie está en la puerta.
Su dulce mirada me transmite tranquilidad. Se acerca a mí y se sienta mi lado. Me acaricia el pelo y ya siento que no estoy solo, la tengo a ella. Con una voz muy dulce pregunta qué me pasa. Yo no sé como lo hace, pero le cuento lo que ha pasado, que mi madre a lo mejor se muere... pero me corta y me obliga a que no piense en ello.
Me cogió de la mano me levanta del suelo y yo cómo puedo, intento acercarme un poco porque mi cara es todo un espectáculo. Se pone detrás de mi, me cogió por los hombros y sin avisar ni nada, dirige mis pasos hacia la salida. Me paro en seco y le pregunto que qué hace.
Ella riendo me dice - tus padres han llamado a mi casa y le han preguntado a mis padres, si puedes quedarte allí, con nosotros. Mis padres han aceptado encantados y ahora te preparan un saco de dormir.
Así que andando y sin decir nada otra vez me cogió de la mano. Yo la miro sin comprender y creo que piensa que eso es demasiado para mi y me suelta la mano. Yo no aguanto y suelto una carcajada y es ahora la que no comprende ella hasta que le digo - Annie, ¿Cómo me va a molestar que me cojas de la mano? ¡Al contrario, es genial!
Reímos los dos hasta que nos duele la barriga, pero llega un momento en el que me doy cuenta de la situación por la que voy a dormir a su casa. Entonces pongo un rostro más serio. Annie se da cuenta y me dice que mis padres no vienen porque las pruebas que le van a hacer a mi madre van a durar mucho y por eso esta noche no vienen. Esto me tranquiliza y más tranquilo nos vamos a su casa.
Llegamos a su casa y vemos que el padre de Annie también está en casa, porque todos los ciudadanos del distrito estamos obligados, incluso los niños, a ver cómo ejecutan a nuestra vecina mañana por la mañana, todavía sin saber porqué. El motivo de que sea mañana es para tener a todos lo ciudadanos controlados y por eso durante hoy y mañana nadie puede ir a trabajar.
En todo el día ayudo en lo que puedo, para qué vean que no soy una carga, así que por la noche al irnos a dormir, Annie me da un beso en la mejilla y me dice.- Eres todo un caballero. ¿Te quieres quedar conmigo a dormir esta noche?
No puedo evitar ponerme rojo y un poco nervioso. Le pregunto.- ¿Me dejará tu madre?
Ella me sonríe maliciosamente y dice.- Claro, yo sabía que no ibas a decir que no. -La miro sorprendido y se vuelve a reír.-
Apagamos las luces y me meto en el saco de dormir. Todo oscuro no puedo evitar fijarme en el cabello castaño claro de Annie, lo tiene tan largo que le cae sobre los hombros y le llega hasta más abajo de los codos. De pronto me doy cuenta de que en la manera que está dormida, la postura, todo parece una maravillosa princesa de cuento.
Pero inmediatamente me corrijo, no lo parece, es una maravillosa princesa de cuento, que por algún motivo quería que esta noche durmiera con ella. Me quedo dormido, mirándola, procurando que nada la moleste.
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Historias de Finnick Odair.
Teen FictionFinnick Odair fue un vencedor del Distrito 4. Finnick ganó los 65º Juegos del Hambre y sobrevivió los 75º Juegos del Hambre, que eran una edición especial por corresponder al Vasallaje de los Veinticinco, celebrado cada 25 años. ¿Pero que te parece...