Capítulo 7

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Darius tomó aquella espada como bien sabía por el entrenamiento básico de años atrás, que al parecer no era suficiente para el otro. Claro que no era suficiente.

Sintió un escalofrío al hacerlo, consciente de cómo había logrado tenerla, e hizo su mejor esfuerzo para evadir pensar en ello. Buscando otra cosa en la que fijarse su atención fue hacia su propio rostro, el cual se reflejaba en la hoja de la espada. Esta estaba perfectamente limpia, ¿por qué se había molestado el demaciano en ello? Tan solo iban a entrenar. ¿Se trataba a caso de alguna muestra de respeto hacia su difunta propietaria? Ver su expresión suavizarse al pensar en aquello se le hizo más que extraño. No era momento de conmoverse.

—Entonces, ¿cómo vas a...?

Aquel intento de pregunta por parte de Darius fue interrumpida cuando el otro clavó su propia espada en el suelo, a un par de metros frente al noxiano. Estaba claro que no usaría un arma tan pesada para enseñarle, pero aquello logró descolocarlo un poco. Sin embargo, cuando Garen se apartó del arma se dio cuenta de la utilidad de aquello. Era su diana. Respiró profundamente, preparándose para lo que venía o, más bien, lo que podría acarrear aquello. Ya habían sido varias las ocasiones que el otro le había causado pensamientos que no deberían rondarle y no parecía ser el único al que le ocurría. 

Estaban viendo el lado humano del otro por una vez y el hecho de que pudiesen convivir podría traerles problemas en el campo de batalla. Sí, claramente aquella era la mayor preocupación de Darius. Por lo menos eso creía hasta que notó cómo el otro volvía a hacer aquello del día anterior, poniéndose tras él para acompañar su mano agarrando aquella espada. Sentir el brazo del otro rozar la piel, marcada por un tatuaje, de su brazo logró hacer que el noxiano se quedase en blanco por un momento.

¿Por qué? No era nada extraño para él. Aunque quizá fuese el hecho de ser el alumno y no el maestro. ¿Le incomodaba no ser él quien enseñase? ¿Era eso?

—¿Darius?

El demaciano notó cómo aquellos pensamientos hicieron que el otro aflojase la fuerza con la que sujetaba el arma, por lo que se preocupó por un momento por si aquello que le hizo perder la consciencia días atrás le seguía pasando factura. Sin embargo su preocupación se convirtió en nerviosismo cuando vio el rostro ajeno o, más bien, la expresión en este. El noxiano seguía dándole vueltas al tema como si se hubiese quedado trabado, y ver en él aquella confusión se volvió algo contagioso, haciéndole darse cuenta de lo pegado que estaba a aquel cuerpo que le había hecho quedarse embobado momentos atrás.

Como cabría esperarse, Garen se apartó un poco de forma rápida. Los colores volvían a subir a su rostro, guiados por este dándose cuenta de todo lo que iba a incluir ayudar al otro con la espada. ¿Por qué dos veteranos de guerra estaban actuando de aquella forma por un simple entrenamiento? ¿Podría ser...?

—¿En qué demonios estás pensando ahora...? —Murmuró Darius, probablemente lo habría gritado si la voz le dejase.

—¡¿Ah?! ¡No soy yo el que está pensando en cosas extrañas! —En realidad sí, probablemente la mente de Garen estuviese empeorando la escena mucho más que la de Darius. —¿Acaso los noxianos no sabéis entrenar sin poneros nerviosos? ¿Es por eso que sois tan salvajes?

—¡Yo no estoy...!

Darius volteó de repente hacia el otro, en un principio para mirar hacia él de una forma mínimamente intimidante. Sin embargo, el color de su rostro comenzaba a enrojecerse también. Por ello mismo hubo un incómodo silencio donde ambos hombres trataban de procesar la situación, conscientes de que el otro estaría pensando también en lo que no debía. ¿Tenía aquel entrenamiento alguna posibilidad de ser útil?

Darius terminó por carraspear, intentando volver a un estado algo más serio, antes de retomar la posición de antes de todo aquello. Centrarse en entrenar sería lo mejor en aquel momento, sin duda.

—Centrémonos, ¿quieres?

Ante aquello Garen terminó por asentir un par de veces pese a que el otro no lo vería, tomándose un momento antes de volver a acompañar al otro en aquel agarre y posición, consciente entonces de cada situación y roce. Iba a intentar contenerlo, sí, pero entonces el noxiano no podría evadir notar aquel nerviosismo y los posibles pensamientos ajenos.

Casi se sentía como si el otro no hubiese tenido oportunidad de estar con alguien de aquella manera fuera de los entrenamientos o... Uh. En realidad era exactamente lo que estaba ocurriendo. Cuando el noxiano llegó a aquella conclusión no pudo evitar suspirar, relajándose un poco al saber que tan solo se debía a la falta de costumbre del otro.

Pero para su pesar aquello no arregló las cosas. Entonces solo podía pensar en eso.

"Contén los pensamientos extraños, Darius. No es momento."

En ningún lado. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora