Capítulo 15

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Ante las dudas de ambos combatientes, la incomodidad de Garen para pensar una respuesta era más que notable y decidió compartirla con Darius, mirándolo para que fuese él quien diese una respuesta. Cansado resopló, apoyando luego el hacha en su hombro. Una terrible idea teniendo en cuenta que las dos de su hermano acaban de causarle dos inevitables cortes en los brazos, pese que había tratado de evitar que estas llegasen a su piel. Tras apartar un poco el hacha, consiguiendo contener un quejido de dolor, habló.

—Es... una larga historia. —Miró por un momento aquella espada noxiana, cuya hoja había resistido el impacto de aquellas armas de milagro, y la lanzó a los pies de su hermano para que se ocupase de ella. —Han sido días interesantes, no voy a mentir.

Una vez tuvo una mano libre se giró hacia la demaciana, que no pegó un chillido al verlo por puro milagro, y le puso una mano en el hombro. Probablemente la hubiese manchado de sangre, pero no era un detalle que le importase demasiado en aquel momento. Quería arreglar aquella escena y salir de allí, si es que su hermano no se había metido a buscarle sin saber cómo volver.

—Lux. Luxanna, creo que ha mencionado él en algún momento. —Aclaró, como si quisiera dirigirse a ella de la forma más formal posible. —Puedo confirmarte que tu hermano de heterosexual tiene muy poco.

—¡¿HAH?! —Por supuesto, no era lo que Garen esperaba que el otro dijese.

Tras la reacción del demaciano Darius rió un poco, notando cómo algo probablemente lanzado por Garen impactaba en su espalda y caía al suelo. Entonces sí, el general noxiano ignoró la expresión de Lux para mirar hacia los otros dos. Garen estaba molesto y completamente rojo, sí, pero la expresión de Draven era la de un niño que ha entendido perfectamente lo que ha pasado pero no el por qué. O, más bien, por qué con él.

—¿Garen...? —Lux optó por tratar de ignorar la presencia de Darius.

— ¿Te has liado con mi hermano?

Draven sonaba menos confundido de lo que debería, en realidad, y entonces sí miró también hacia el demaciano que se estaba muriendo de vergüenza. No comprendía por qué aquel que tanto temía ser visto acababa de exponerlos de aquella manera, quizá confiaba demasiado en los presentes. O podría ser la pérdida de sangre, que no estaba siendo poca. Alguien debería encargarse de eso.

La única que seguía mostrando reacciones decentes era Lux, que cada vez parecía más escandalizada.

—Garen. ¿Garen? ¡Es Darius! Quiero decir, Darius. Ese Darius. Este... —Miró un momento hacia el noxiano mencionado, como si eso debiese explicar a qué se refería. Solo le hizo hacer un gesto que, si hubiese puesto en palabras, sería un "en parte es comprensible". —Este Darius. ¿Por qué?

—No tengo muy claro cómo sentirme ante esto. —Murmuró Darius.

—Menos humos, que mi hermano es un partidazo. Mira esos bíceps. —Añadió Draven.

Ambos demacianos, por supuesto, optaron por ignorar aquellas acusaciones como si hubiesen salido de la mismísima mierda.

—Sé perfectamente quién es, Lux. —Y dirigió la mirada hacia Darius. —Ahora lo sé.

Aquello logró que el ambiente se tensase de nuevo pues, incluyendo al mayor de los noxianos, nadie esperaba aquello último. Habría sido bonito de no ser por las interrupciones, probablemente. Y como si el silencio no significase nada para él, Draven se movió para recoger sus armas antes de que alguien dijese algo importante y tuviese que pararse a escuchar. La rubia aprovechó aquello para ir hacia su hermano, cuya mirada pareció apagarse de repente y dirigirse hacia la de Darius. El noxiano entendió aquello, el final del paréntesis había llegado.

—Volvemos a casa. —Pese a lo mucho que deseaba aquello, Garen sonó dolido.

—Al fin.

Entonces mi mente lo procesó todo. Volvíamos a casa, pero a casas distintas en ciudades y naciones distintas, a prepararnos para enfrentarnos en el campo de batalla una vez más. ¿Qué iba a pasar con todo lo ocurrido allí? ¿Iba simplemente a desaparecer? ¿Debían olvidarlo sin más?

Como si aquello no importase la rubia comenzó a alejarse, dispuesta a salir lo antes posible de aquel horrible lugar, y Darius notó cómo Draven esperaba de brazos cruzados detrás de él, esperando a que hiciese algo. Garen, incapaz de despedirse, terminó dándose la vuelta para seguir a su hermana; aquello hizo que Darius reaccionase y, pese al dolor, se diese una pequeña carrera para tomarlo del brazo y obligarlo a girarse, dándole un último beso antes de que todo aquello se convirtiese en humo.

—Volveremos a vernos.

—Si no nos matamos entre nosotros antes. —Añadió el demaciano.

Entonces sí, se volteó y marchó con su hermana, inundando al lugar y los dos noxianos con un pesado silencio.

Ya era hora de salir de allí.



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