Capítulo 8

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"No pienses nada extraño, Garen". 

Pese a que aquello era lo que el demaciano había repetido en su mente durante el largo rato que habían pasado entrenando no había logrado calmarse lo más mínimo. ¿Estaría el otro notando aquello? ¿Estaría disfrutando mientras él lo pasaba mal de aquella manera? Bueno, mal. Tampoco del todo, no podría decirle que le disgustase la situación; por un lado no podría quejarse de haber tenido al otro tan cerca y de aquella manera.

No. Un momento. ¿Pero qué estaba haciendo? Aquel en el que pensaba era su enemigo, el hombre que había tratado de arrebatar su vida tantas veces. ¿Por qué estaba pensando en él de aquella manera?

Para ser sinceros, la idea de que semanas atrás estaban tratando de matarse y viendo al otro como poco más que un monstruo se hacía extraña. Sin darse cuenta había descartado la idea de volver a aquello pero no porque no esperase salir de allí, más bien porque ni siquiera había considerado que aquel con el que estaba conviviendo era el que tendría que enfrentar al salir de allí. La Mano de Noxus, el hacha que decapitaba a los enemigos de la sombría nación, el temible general... Allí lo tenía, estirándose para revisar si la camiseta que había tendido horas antes estaba aún mojada. Por un momento Garen esperó que así fuese, un momento marcado por aquel gesto que el otro hizo para alcanzarla. Quizá fuese debido al entrenamiento o que no estaban comiendo todo lo que deberían, pero los músculos del torso ajeno estaban incluso más...

¡No! ¡Un momento! Él estaba intentando evadir aquello y había terminado embobado de nuevo, ¿cómo podía ser tan difícil de controlar? Probablemente él mismo había hecho la mitad de aquellas cicatrices. Probablemente el otro no dudaría en matarlo una vez terminado aquello y él, además de salvarle la vida, le estaba ayudando a manejar el arma con el que podría encargarse de él más pronto incluso.

—¿Pero qué estás haciendo? —Se suponía que el demaciano había pensado aquello para sí mismo, pero sin darse cuenta lo dijo en alto.

—¿Huh? Estoy recogiendo esto, ¿no es obvio?

—¿Eh?

Garen se quedó en blanco tras aquello. El otro le había oído. ¿Era aquello lo único que había dicho en alto? Juraría que sí, pero Darius llegó a acompañar su ceja arqueada con un amago de sonrisa. No era una sonrisa amigable, era una sonrisa de disfrute. Como era obvio, para el noxiano era más molesto el pensar en el otro como un compañero que las reacciones del demaciano debidas a la falta de experiencia. En realidad, le resultarían divertidas si no fuese porque él mismo estaba teniendo también bastantes problemas respecto a su opinión sobre Garen.

—Ignóralo, por favor.

—Oh, incluso te has puesto educado. ¿Tanto te cuesta...?

—¡Por favor!

Al ver cómo el rubor volvía a invadir el rostro del demaciano, Darius terminó por encogerse un poco de hombros y ponerse la camiseta que, por cierto, seguía húmeda. El demaciano suspiró como si acabase de evadir una lluvia de balas, pero ¿cuánto duraría aquello? Esperaba que alguien les sacase de allí antes de que una reacción peor por parte de cualquiera terminase con la poca decencia que había en aquella convivencia.

No quería tener que enfrentarse al otro en aquel lugar. No le importaba enfrentar a la Mano de Noxus en el campo de batalla, pero aquel Darius se sentía como una persona distinta para él.

Una persona a la que no quería matar.

En ningún lado. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora