capítulo 11

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Danny agachó la cabeza, se cruzó de brazos y una línea recta se dibujó en su boca. La elegante gabardina que portaba, le colgaba hecha jirones lo cual le molestaba bastante; a consecuencia de eso su blanquecina piel había quedado al descubierto resaltando el imponente tatuaje de su brazo izquierdo. Un lobo con actitud amenazante y cara de pocos amigos. Y todo por culpa de la reciente batalla amistosa. Una cortadura mellada aún sangrante le recorría la parte baja de las costillas. Al segundo (Danny) se le hacía más difícil la tarea de regenerarse, siempre le había costado más.

Ja, ja, ja. rió irónicamente No me hace ni puñetera gracia.

Pues, a mi sí siguió descojonándose Lance.

Danny no era el único con la ropa destrozada, Evil asimismo se encontraba en aquella situación. El vestido había sido rasgado por la parte abdominal y quemado por la espalda; si no fuera por el corsé de cuero el pecho también se habría quedado al descubierto. Harapos de tela descolgada formaban ahora la escasa falda que dejaba ver demasiado muslo. Ni si quiera las resistentes botas de cuero estaban intactas. Las suelas desintegradas completamente y los cordones sueltos en peligro de desastre próximo. El séptimo (Lance) era el menos afectado en el asunto tan solo tenía un par de quemaduras y descosidos.

Los chicos se percataron de la misma cosa. Uno de los tres alzo la ceja y como si de una conexión telepática se tratase sus labios formaron, la misma sonrisa descarada. Nei tenía la cara roja como un tomate y miraba hacia el ataúd. Intentaba borrar esa figura de su mente, pero por alguna razón no lo lograba, temía llevarse un buen golpe por tener esos pensamientos. El guardián de la puerta no mostraba signo alguno, tal vez estaba aguantándose de soltar un par de palabras.

Evil... Lance hizo un ademán con la mano, y mientras giraba los ojos a la derecha la señaló

— ¿Qué pasa? ¿Se puede saber por qué me desvían la mirada?

La guardiana quedó pensativa, y al no escuchar una respuesta a su pregunta se viró indignada.

— A ver...—

— Nos referimos a tu ropa— le cortó Danny a Nei con su entonación característica.

— ¡Pero, serán!—

La joven estaba más indignada que antes, qué al darse cuenta de todo empezó a taparse con los brazos. Avergonzada y molesta agarró el ataúd, su objetivo; cubrirse con él.

— Esto no quedará así —a lo qué, tras una pausa dramática añadió— La venganza se sirve fría.

Después de un rato de incomodas risas y carcajadas, maldiciones y palabras malsonantes; el ambiente volvió a la normalidad. Por poco no hay violencia de por medio.

— En fin— suspiró ella.

— ¿Se puede saber qué coño hay dentro, de ese ataúd?

— Sí, desde hace rato tengo la mosca tras la oreja por eso.

Lance y Danny se veían impacientes por saberlo. El séptimo se llevó la mano a la barbilla pensativo mientras, con sus ojos de cristal analizaba cada rasgo del excéntrico baúl. El ataúd debía medir un metro cincuenta, era bastante pequeño; seguramente ninguno de los presentes cabría dentro. De madera oscura; la tapa de olivo se veía realzada por unas inscripciones y llamativos motivos tribales.

Evil acostó la caja en el suelo y con gran habilidad quitó el broche de plata que unía las dos partes; tras abrirlo se apartó dejando que los presentes vieran el contenido. Dé el salió un gato que empezó a huir despavorido. Nadie se esperaba eso...bueno la responsable sí.

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