capítulo 8

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- ¿Dónde estoy? -

El chico examino su alrededor. Las cosas oscilaban, de izquierda a derecha, de arriba abajo. Mareado por la situación en la que se encontraba, y desorientado solo quería que el mundo fuera bueno y dejara de dar vueltas. Cerró los ojos con fuerza intentando mantener la poca cordura que le quedaba.

- Nei solo haces que causarme problemas -

La voz se escuchaba distante, parecía llegar con el eco de las montañas.

- ¿Nos estará oyendo? - Preguntó.

Esta vez las palabras no venían de la misma persona, el tono era más sereno y pausado. Unos segundos después todo empezó a verse con mayor claridad, la tierra había dejado de moverse.

- ¡Hey!, ¿Estás ahí? Cabeza de melón -

La chica de ojos índigos, había acercado más su rostro al del chico, quería observarle mejor.

Entonces, el muchacho abrió los ojos de nuevo, Evil estaba muy cerca...

- Creo, que ya está bien -

- Si, eso parece - dijo la chica poniéndose de pie.

Nei, seguía sin comprender nada, vagas ideas se mezclaban en su cabeza.

La reina empezó a caminar en dirección a la puerta, tenía cosas que hacer, después de todo ella era la máxima autoridad del lugar.

- ¿Ya te vas?- pregunté fisgona.

- Soy la reina, tengo mejores...- y tras una pausa añadió- y más importantes cosas que hacer.

- Si, tú y tus rollos reales. Reales de verdad- La chica no pudo evitar soltar una pequeña carcajada - Reales...verdad. Me parece que no lo pillas-

Dark no respondió al estúpido comentario de su subordinada, simplemente lo ignoró.

En un abrir y cerrar de ojos la gobernante ya no estaba.

- Nadie entiende tu arte - dijo con recochineo.

- Anda Astaroth, no me saques las castañas del fuego-

Nei se había sentado, ahora parecía más tranquilo. Su rostro sin aquellas cicatrices se veía raro, como si nada hubiera pasado.

- Evil, me puedes explicar... -

- ¿El qué? -

- Me siento raro, ¿Qué ha pasado?-

- Míralo tú mismo -dije señalando el gran tocador que a nuestra derecha se encontraba.

El muchacho se irguió y lentamente fue arrimándose al mueble.

Tal fue su sorpresa al verse en el espejo, que no pudo evitar poner una mueca de asombro.

- Esto no puede ser... -

- Verdad - Le interrumpió Astaroth.

La lujuriosa solo se había quedado, para ver la reacción del pobre demonio al enterarse de lo ocurrido. El aspecto era solo el principio.

- Estuviste apunto de palmar chaval -

- ¡QUE! - respondió sobresaltado e incrédulo.

- Repito, casi te mueres -

- Y por qué no estoy... -

-A eso voy, si me dejas explicarlo- Le cortó.

La verdad es que no sabía cómo comenzar la explicación, después de todo "El pacto" era muy peliagudo.

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