➸Prólogo

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La puerta de casa estaba entreabierta, las luces estaban apagadas, dudé en entrar. Todo era extraño, no creía que mi madre ni Scott se dejaran la puerta abierta, ellos eran muy precavidos para estas cosas, por lo que logré que los latidos de mi corazón aumentaran.

Dí pequeños pasos hasta llegar y abrir la puerta principal, mi respiración comenzaba a aumentar y mis manos comenzaron a crear sudor. Sin pensármelo dos veces más la abrí del todo y dejé que la luz de la calle entrara en el salón. Parecía no haber nadie.

Extendí mi mano al interruptor más cercano pero la luz estaba fundida. Entonces pasó. Alguien me alcanzó por detrás, extendiéndome sus brazos alrededor de mi cuerpo impidiéndome hacer un solo movimiento brusco. Colocó una de sus manos en mi boca para evitar que gritara y que cualquier persona ajena pudiera oírme. Me cargó en su espalda hacia una silla del salón. El tacto de sus manos con mi cuerpo solo conseguía que tuviera escalofríos, era algo realmente terrorífico.

Sentí como poco a poco se alejaba de mí tras haberme dejado quieta y asustada en una silla, por lo que mi mente solo pensaba en salir corriendo de allí.

-No te recomiendo que te muevas-dijo una oscura voz-Corre y solo me costará un segundo cogerte y arrancarte las tripas-

Tragué saliva de inmediato. Al cabo de unos 10 segundos volvió la luz. Por lo que no pude evitar mirar hacia los lados buscando a aquel tipo. Oí una risa forzada proveniente de la cocina, por lo que clavé mi vista en ella.

-Así que... Tu eres la hermana de Scott- comenzó a hablar un hombre de la manera más fría posible

Asentí aterrada.

-Baja tus pulsaciones, no querrás que termine bajándotelas yo-volvió a decir

-¿Como conoces tu a Scott?-le pregunté con miedo

Él rió irónicamente.

-¿Quién no conoce al pequeño Scott?-dijo con una risa realmente falsa

-¿Vas a matarme?-le pregunté mirando al suelo

-Solo quiero atraer a tu hermano y a sus amigos-respondió mirando a través de la ventana

-¿Que tiene que ver Scott y sus amigos?-pregunté

-Parece que no tienes ni idea, ¿Verdad?-me preguntó sonriendo maliciosamente

Me quedé paralizada al ver como el color de sus ojos se volvían rojos, como aullaba fuertemente, como sus dientes se convertían en colmillos y como en sus manos en vez de uñas, tenían garras.



BESTIAL | Derek Hale®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora