Voz2: jefe, ¡la chica, está aquí!
Mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho, estaba cien porciento segura de que el tal “jefe” me mataría al igual que aquel chico que probablemente sería Harry y eso era otra cosa que me aterraba de verdad también. Jefe se acercaba con pasos firmes y tranquilos como si tuviese experiencia cometiendo crímenes y como si supiera que tenía todo el tiempo del mundo y en realidad así lo parecía. Ya era bastante tarde y no había ni un alma como a 500 km a la redonda o eso era lo que yo creía.
Jefe: ¡Arriba!- me ordenó.
No respondí.
Jefe: bueno niña sólo quería decirte que tienes la peor suerte del mundo.
-Dígame algo que no sepa- pensé.
Jefe: tengo que matarte.
Tú: en realidad no- dije tratando de convencerlo pero mi tono era muy inconsistente.
Jefe: claro que tengo que, me viste cometiendo un crimen. ¿No es así?
Tú: ¿Qué? ¿Cuál crimen?- dije tratando de parecer inocente.
Entonces su rostro se tornó enojado, me tomó por el cabello muy, muy fuerte y me sussurró al oído.
Jefe: por más que te hagas la pendeja no te dejaré ir, no, no me arriesgaré.
Tú: señor por favor no me haga daño.
Jefe: te lo dije antes, lo siento, yo no quiero matarte… pero debo y es una lástima porque si que eres linda.
Luego de eso me soltó. No dejé de llorar ni un solo minuto. Entonces la fatal hora llego.
Jefe: Bien niña- dijo finalizando la conversación- date la vuelta, te prometo que no te dolerá.
Lo obedecí, no tenía más remedio, lo hice en silencio y mu despacio como si esperara a que Superman llegara para mi rescate. ¡Carajo! ¿Cómo puede ser posible que tu primera travesura se convierta en tu razón de muerte? Debí quedarme en la escuela. Seguía llorando como si no fuese a haber un mañana, en realidad, para mí ya no habría más mañanas. Entonces el silencio se rompió.
Jefe: oye niña como soy bueno y generoso quiero escuchar tus últimas peticiones.
Voz2: jefe sólo mátela y vámonos, tengo mucha hambre.
Ese tipo si que era un imbécil.
Tú: quiero saber tu nombre y el de todos tus amigos.
En realidad sólo quería saber si el chico muerto era Harry.
Jefe: ¿Disculpa?
Tú: sí, por lo menos quiero saber quienes fueron mis asesinos.
Voz2: mala idea jefe.
Jefe: ¡Cállate!, la chica tiene razón, está en su derecho de saber, además, ya no podrá hablar más nunca.
Voz2: pero creo que…
Jefe: ¡Cállate!, soy el jefe, yo mando.- Me miró- Me llamo Sebastiano pero prefiero que me digan Jefe.
Tú: ¿los demás?
Pude notar que se sentía un poco presionado.
Jefe: el que te encontró, el tonto que está a mi lado se llama Sund, es mi hijo. Bueno suficiente, ya puedo matarte.
Tú: pero aún falta alguien ¿cierto?
La pausa fue un poco más prolongada, mi última petición lo hacía sentir un poco incomodo creo, pero yo sólo quería preguntar si ese chico, el cadáver que habían subido a la camioneta luego del disparo, si él era Harry.
Jefe: como sea, la chica es Grace, mi esposa.
Tú: bueno lo último que quiero saber es…
Jefe: Ya no hay más preguntas, esos fueron todos los presentes.
Tú: No, ¡mentira! El chico, el que mató hace un momento, ¿era Harry Styles?
Y antes de que me diera respuesta, las sirenas de una patrulla de policías se acercaban a toda velocidad, se podía sentir que así lo hacían, casi parecían estar en la misma esquina que nosotros.
Sund: jefe, ya no tenemos tiempo de matarla, subamos al auto y vámonos antes de que los de las placas lleguen.
Tenía oportunidad de salir de esta. Podía ver como todos tres se desesperaban y frustraban, incluso la mujer que aguardaba en el auto con el cadáver, tal vez con Harry.
Jefe: ¡NO PUEDO DEJARLA!- gritó desesperado- ella sabe nuestros nombres.
Sund: jefe, ya no tenemos tiempo- gritó desde el auto igual de desesperado que Jefe.
En ese momento volteé, tenía que escapar
Jefe: NIÑA SUBE AL AUTO.- gritó.
Tú: NO.- Grité igual de fuerte.
Jefe: ¡Maldita niña!, sube AHORA, vendrás con nosotros.
Tú: NO, NO QUIERO.
Jefe al ver mi poca cooperación, me golpeó, muy fuerte, fue tan fuerte el golpe que me desmayé, esa fue la última vez que vi el mundo exterior, la última vez que vi la luz, la última vez que fui ______.
Al despertar, estaba en un cuarto oscuro, sucio y muy húmedo, pequeño y con muy poca ventilación. Yo tenía jaqueca por el golpe que me habían dado. Mire a mi alrededor, estaba recostada en una colchoneta y frente a mí estaba lo que parecía ser un plato de sopa, nada parecía extraño, excepto el cuerpo que descansaba al otro lado del cuarto, era un chico. Era el mismo chico de esta tarde. ¡Oh por Dios! Compartía habitación con un cadáver. Por alguna razón, mis lágrimas corrían por mis mejillas. Estaba secuestrada y no sólo eso, estaba secuestrada con un muerto. Entonces recordé. Era hora de saber si eso, eso que estaba al otro lado, el muerto, era Harry.
Me acerque lo más que pude, estaba en frente, el chico estaba dispuesto boca abajo, lo tomé de un brazo y empecé a darle la vuelta. Mi corazón latía mil por hora. No lo podía creer. Me había llevado una gran sorpresa.