▪Daniel Marshall▪
Preparatoria Nortmeykis, Minessota; 10:45 a.m.
—¡hijo de puta!— me empuja y grita una rubia completamente histérica.
Mis nudillos sangran.
—¡¿qué ha pasado aquí?!— pregunta la directa algo (muy) alterada al llegar al pasillo que parece la escena de un crimen.
Pongo mi cara mas inocente que puedo lograr, la misma que hacía a los siete años cada vez que hacía algo malo.
Levanto la mano en forma de L, como lo haría en clases para responder una pregunta.
—Señor Marshall— dice la directora al tiempo que toma una bocanada de aire para tranquilizarse.
—Bueno, esa rubia histérica de la cual no tengo idea de cual es su nombre solo sé que aparentemente me quiere matar, me agredió física y verbal mente— aprieto mis labios tratando de contener la risa.
Tres chicos cercanos a "la escena del crimen" estallan de la risa. Pero paran y se alejan lo más rápido que pueden al ver como la directora los fulmina con la mirada.
—¡eres un idiota!— y la histérica esta, vuelve al inicio. Agarro sus muñecas para que deje de golpear mi pecho y la alejo lo más que puedo de mí.
—¡señorita Tinsdel, cálmese!— no sabe cuanto se lo agradezco directora. La rubia se aleja, claro que no sin antes fulminarme con la mirada y murmurar un "idiota"- esas no son formas de una señorita y menos de alguien con sus modales-.
—¿modales? ¡ja! Mi perro tiene más modales que esta... chica— prácticamente escupi la última palabra- sin mencionar que...
—Señor Marshall, creo que ya entendimos el punto— me interrumpe la directora.
—¿segura? Porque tengo mucho más que decir—.
—Segura señor Marshall, pero no estaría mal que tuviera mucho más que decir en clases o al hablar con las personas—.
Sí, si creo que estaría mal.
—Estoy bien así, gracias por su...¿sugerencia?—.
—Mas bien consejo— el cual no tomaré— y bien, ¿podría por favor informarme sobre la causa de todo este alboroto?—.
—Ya se lo había dicho pero si usted insiste. Bueno, esta rubia loca—...
La rubia loca me fulmina con la mirada.
—Le preguntaba a la señorita Tinsdel, señor Marshall—.
La rubia loca me sonríe con superioridad.
—Claro, mejor pregúntele a la rubia loca, seguro ella cambia toda la historia para su conveniencia— digo y meto mis manos en los bolsillos de mi pantalón.
—¡señor Marshall! Respete a su compañera, y deje de llamarla de esa manera—.
¿cuántas veces a dicho "señor Marshall" en menos de diez minutos? Ya me está comenzando a cansar.
Yo solo alzo los hombros en señal de respuesta.
—Ya puede hablar señorita Tinsdel— ¿acaso no se cansa de decir "señor" y "señorita."
—Gracias directora—. ruedo los ojos— Bueno, este— ¿soy yo o lo piensa demasiado?— chico— aprieta los dientes— golpeó salvajemente a mi novio, digo, a Richard sin él siquiera haberle hecho algo—.
—¿eso es cierto señor Marshall?— pregunta con asombro la directora.
—En parte sí y en parte no. El imbécil novio de esta loca si me hizo algo, y lo considero peor comparado al daño que yo le causé—.
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Siempre Finjo | #WSAwards
Non-Fiction"Somos quienes somos cuando nadie está mirando" Fingimos ser personas que en realidad no somos, solo para encajar. Cristhopher Collins, 17 años, Colorado: En realidad no me gustan las chicas, pero si lo confieso me rechazarán. Susan Evans, 16 años...