◀Estefany Duff▶
Consultorio de la Dra. Sfinger, Nueva York; 12:45 a.m.
-¿puedo hacerle una pregunta?- le pregunto.
-Claro, estaba esperando al fin a que dijeras algo-.
-¿por qué se hacen llamar doctores? Digo, sé que los psicólogos tienen un doctorado, pero eso no los hace doctores, no es como si curaran a las personas en realidad-. Menciono caminando al rededor de una pecera llena de peces multicolores, situada detrás de donde debería de estar sentada.
-¿por qué dices que no curamos a las personas en realidad?- pregunta desde su sillón marrón típico de psicólogos.
-Bueno- hago una pausa al ver a un pez payaso-. ¿Nemo?- suelto una pequeña risa- no es como si de verdad curaran a alguien-. Digo sin despegar mi vista de la pecera- creo que esa ni siquiera es su función- ella alza una ceja- me refiero a curar a las personas, ya sabe, no es como si estuvieran enfermos, solo tienen problemas, y los problemas no se curan, se arreglan, y hasta donde yo sé los doctores no arreglan. Creo que más bien deberían de llamarse reparadores o...yo que sé, solo estoy divagando. Pero creo que usted ya se dio cuenta de eso, eso es lo apunta en su libreta ¿no es así? y lo hago regularmente, para que no olvide apuntarlo también- le guiño un ojo.
-No me tienes mucha confianza ¿no es así?- sonrío de medio lado- ¿podrías por favor sentarte? Te aseguro que hablar resultaría mucho mejor-.
-Claro-me siento en el típico sofá largo que ha mi parecer es como una cama, una muy o más bien demasiado pequeña-, y respondiendo a su anterior pregunta, no, no le tengo confianza en lo absoluto. Ha fallado como psicóloga- esta vez me acuesto sobre el.
-¿quién te ha dicho que la intención de los psicólogos es llegar a tener confianza con sus pacientes? Porque al menos esa no es la mía-.
-No, no es esa- cruzo mis brazos detrás de mi cabeza-. Es sacar información, tanto como puedan- cruzo mis piernas-. Y saben que la única forma de hacerlo es creando un lazo de confianza paciente-psicologo-.
-¿y para qué es necesario sacar información si se puede saber?-.
-Pues, para arreglar- Escucho como suelta una sutil risa.
-Has visto a muchos psicólogos por lo que veo- se acomoda los lentes.
-No. En realidad no-.
-Unos cuantos, vi tu expediente- doblo la cabeza y me encuentro con sus ojos. Me mira como si esperara una respuesta.
Debí imaginarlo.
Mi cabeza vuelve a su lugar original.
El silencio abriga el lugar por varios minutos.
-Tengo un ejercicio para ti- rompe el silencio- yo solo miro con algo de curiosidad-, quiero que vayas hacia ese cambiador que está detrás de la pecera-.
Me levanto, y me dirijo hacia el cambiador. Es de esos que constan de una simple puerta hecha de un material algo débil.
-¡ya!- grito desde el otro lado del probador.
-Bien. Pero no tienes que gritar, estamos lo suficientemente cerca como para no hacerlo-.
- Está bien-.
-¿vez un espejo no es así?-.
- Sí-.
-Ahora quiero que te mires en el espejo y me digas que vez-.
-Una chica-.
-Una chica si, pero ¿cómo? Linda, inteligente, etc.
No es linda en lo absoluto, tampoco inteligente, solo un poco triste -no estoy segura- digo.
- Está bien. Ahora dime lo que vez en el espejo, tu nariz, tu boca, etc. No importa que tan irrelevante sea, solo dilo-.
-Ojos normales supongo-feos. Digo en mi interior.-, cejas pobladas- y horribles- nariz-sumamente horrible-..., labios delgados- poco atractivos- cabello algo corto- y muy feo- y mi cuerpo, bueno, el punto es quererse como uno es ¿o no?- no hay cosa que deteste más que este repulsivo y asqueroso cuerpo.
-Claro, es lo primordial. Ahora quiero que sonrías ¿sí? Sonríe, tu sonrisa es hermosa, seguro ya te lo han dicho. También habrás escuchado que la sonrisa es el más bello adorno en una mujer y que no hay nada que enamore más que una bella sonrisa. Así que quiero que lo hagas, vamos, sonríe-.
Extiendo mi más grande sonrisa pero la quito inmediatamente al verla en el espejo.
-¿acaso no puede haber algo lindo en mí?- susurro decepcionada.
Estúpida psicóloga, ¿acaso bromea conmigo o qué? Se supone que debe de ayudarme a mejorar mi autoestima, no a estropear la poca (casi nula) autoestima que me queda.
Doy asco, creo que tengo la sonrisa más fea del mundo, y estos brackets no ayudan mucho que se diga, se supone que deben de arreglar mis dientes, no solo molestar.
-¿te gusta lo que ves?-
No, lo odio- sí-.
-Bien, estamos progresando. Ya puedes venir-.
-¿ahora qué?- pregunto al llegar nuevamente al sofá.
-Quiero que me describas tu personalidad. No, que sea tu actitud, en la siguiente cita hablaremos de tu personalidad. Vamos- me insita.
No soy amable y trato de serlo lo menos que puedo, y como ya puede imaginarse no soy una buena persona, porque así debo de ser, tengo que ser fría y cruel, tengo que ser una perra cínica porque sino ellos lo serán conmigo. Lo sé, tal y como lo fueron los demás, yo sé que serán igual de malos conmigo o talvez peor. Así que prefiero ser yo la mala, al menos así sé que no saldré herida.
-No me considerado una mala persona, no digo que sea buena pero hago lo que puedo- trato de hacer mi sonrisa más sincera.
No estoy orgullososa de mi actitud, pero vamos, ¿qué persona herida y maltratada, seguirá siendo vulnerable después de saber la forma en la puede dejar de ser lastimada? Ninguna.
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Siempre Finjo | #WSAwards
Non-Fiction"Somos quienes somos cuando nadie está mirando" Fingimos ser personas que en realidad no somos, solo para encajar. Cristhopher Collins, 17 años, Colorado: En realidad no me gustan las chicas, pero si lo confieso me rechazarán. Susan Evans, 16 años...