Carta 3: "La Conspiración".

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A la memoria de Pato Manrique.

"Los malvados dicen: 'maltratemos a los pobres,

No importa que sean honrados;

No tengamos compasión de las viudas,

Ni respetemos a la gente anciana'. ¡Qué sea la fuerza nuestra ley

Pues de nada sirve ser débil" (Sab II, 10-11).

Natanael:

Tengo que comunicarte una noticia desoladora: ¡Han apresado a Juan!

Se presentaron soldados partidarios del rey Herodes, arrancándolo con prepotencia del Jordán.

En su resguardo algunos nos aferramos a las sicas, pero el profeta ordenó que las conserváramos para mejor ocasión.

Quedamos inmovilizados por lealtad a su pedido, aunque interiormente una furia brutal nos invadía incitándonos al arrojo como perros hambrientos.

Sinceramente te digo que su ausencia se torna pesada, es como una embriaguez desconcertante. La comunidad de la que nos habló en el bautismo comenzaba a avizorarse llena de vitalidad como vástagos de olivo al avecinarse la primavera. Con ingenio y jovialidad nos transmitía lo aprendido con los esenios, adecuando las enseñanzas al tenor de la nueva hermandad.

Aquí en el Jordán todos somos considerados desde nuestras cualidades humanas en un estado de franca igualdad. Las capacidades de cada uno son tributo primordial para construir el ansiado nuevo cuerpo.

Los campesinos que fueron despojados de sus tierras, han comenzado a labrar la rivera del río. Los pastores, integrados con los escasos animales que habían rescatado del saqueo imperial, han conseguido aparearlos y multiplicarlos. Los jóvenes los esquilan y las mujeres tejen mantos con su lana.

Los galileos, que tienen fama de incultos, han demostrado su talento en la escuela de carpintería iniciada para quienes no tienen oficio.

Los niños y ancianos son exentos del trabajo. Por la noche nos reunimos a contar historias de los diversos lugares de procedencia, y a leer las escrituras para que "el digno de ser amado" nos señale el horizonte de nuestro peregrinar.

El apresamiento nos ha dividido, la mayoría ha comenzado a retornar a sus tierras, y un resto diminuto reza y discute como seguir adelante. Un nazareno se destaca por su vivacidad y su optimismo. Sus palabras calan hondo y nos está convenciendo de peregrinar hacia los márgenes de la urbe para acrecentar el grupo.

No comprendo, querido hermano, que tipo de peligro representa Juan para el sanedrín y para el imperio al punto de conspirar tan cobardemente en su contra. Pero nosotros seguiremos luchando por su liberación y para impedir que su obra, inspirada por el Altísimo, sea arruinada. Nada hay más sorprendente y necesario que sacar valor del seno mismo de la adversidad y aprender revivir con cada golpe que debiera darnos muerte.

Envíame las espadas enterradas debajo de la higuera y permanece en oración por nosotros.

Te abrazo en la congoja.

Tu hermano.

Felipe.


"JESÚS DE NAZARETH Y LA COMUNIDAD LIBERTARIA" 20 Cartas sobre el Reinado de DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora