Hablándole de ti, al mundo.

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Aún sin saber por qué, no puedo dejar de contarle a los demás sobre la hermosa persona que es. Simplemente me tiene fascinada, incluso podría hablarle a él, de él.
Me mira extraño y noto, hasta ahora, su ceño fruncido.

—¿Me has escuchado? —preguntó un tanto enojado.

—Sí. —Mentí, y sé que está mal, también sé que odia que no le presten atención. Pero odia aún más que le mientan, enseguida me retracté—. Es decir, no. En realidad no.

—Excelente —se puso de pie, dispuesto a marcharse, pero le sostuve la mano, haciendo que se gire hacia mí—. ¿Qué pasa? ¿No quieres que me vaya? Ni siquiera me escuchabas. 

—Lo lamento.

Es lo único que se me ocurrió decirle, pero no fue suficiente, porque de igual forma apartó su mano de mi agarre para irse.

Aceché rápidamente por la ventana y me causó algo de gracia saber que vive enfrente de mi casa, así que esperé a que se haya adentrado en su hogar para ir a visitarlo, aunque haya salido de aquí hace unos pocos minutos.
Toqué el timbre.

—¿Ahora qué quieres? —me recibió muy simpático. Sólo sonreí y se dispuso a hacerlo también. Me dejó pasar.

—Vine a visitarte, tiene demasiado rato que no nos vemos. —Sentí unas ganas inmensas de reírme a carcajadas, y sé que él también pero se mantuvo serio y acorde a la situación, se suponía que está enojado conmigo.

—Sí, claro. Han pasado eternidades —se dirigió hacia su cocina y sin preguntar lo seguí—, ¿quieres algo de beber? —sacó un par de vasos, pero enseguida regresó uno a su lugar cuando rechacé con la cabeza su invitación—, igual no iba a darte.

Reí.
Si tan solo supieras lo lento que pasa el tiempo cuando no estoy contigo, pienso.
Ya han pasado un par de horas desde que vine a verlo, así que me despedí de él para irme de regreso a mi casa, se ofreció a acompañarme usando como excusa que se encontraba demasiado lejos y que quizás podrían robarme o algo de camino para regresar.

—Eres un tonto, Josh. —lo abracé.

Él aceptó el gesto (como siempre) y hundió su rostro en mi cabello.

—Te quiero, Sky.

Lo solté, dí la media vuelta y avancé unos 15 pasos para encontrarme en la puerta de mi casa. Me volteé, lo miré, y me despedí con la mano. Esperé a que entre, para yo hacer lo mismo, y me dejé caer recostada en la pared, pensando en la última sonrisa que acaba de darme.

Me levanté de un golpe cuando siento parte del muslo entumecida, miré el reloj en la pared que marca las 6.50 pm., me dí cuenta de que aún no está oscuro del todo y salí un rato, pero sin antes agarrar una libreta y bolígrafo.
Me senté en el césped, algo frío y mojado por la humedad, que se sentía agradable, abrí la libreta en una hoja cualquiera y comience a escribir:

"Díganle que deje de ser tan hermoso, porque no puedo evitar sentirme afortunada cuando lo miro. Es demasiado impresionante lo mucho que me atonto cuando estoy con él y lo anonada que me deja cuando comienza a hablar. Simplemente es increíble. Simplemente es él, la persona más bella que podría existir. Aún con sus malos ratos, sigue siendo igual de divino que siempre. Algo así como un tesoro, algo así como lo más preciado que hay en el mundo".

Arranqué esa hoja y la doblé tanto como se pudo, la dejé en cualquier parte del césped. Me gusta hacerlo así, sencillo, porque simplemente pienso en él y las ideas rebotan en mi cabeza hasta que son plasmadas, cuando por fin logro escribirlas con claridad, dejo que se las lleve el viento, que caigan en donde deban hacerlo, que las lea quien quiera hacerlo, que se enteren todos de quién es él.

Entré de nuevo a la casa y revisé el celular, había un mensaje de Josh.

<<Me has dejado pensando en qué me gustaría pasar viviendo la vida>>, decía.

<<Es una lástima, creí que ya lo tenías por seguro>>, respondí.

No tardó mucho, al menos un minuto para que conteste.

<<Pues no, fíjate que no se me había pasado por la cabeza. Aunque tú tampoco me has dicho nada, ¿cómo te gustaría vivir?>>, escribió.

Nunca me había planteado esa pregunta, nunca, ni siquiera él, hasta ahora.
Y es entonces cuando me dí cuenta, cuando puedo notar aún más algo de lo que estoy segura, algo que me ha mantenido en pie desde hace unos cuantos años. Tardé un poco en contestarle, ya que intenté acomodar mis ideas. Con los dedos temblorosos comencé a teclear lo que podría ser una respuesta con mucho significado. Estaba nerviosa y asustada, incluso me puse a sudar. Jamás me había dado cuenta de esto, sin embargo, ahora me siento más que segura, puedo afirmarlo, puedo gritarlo a los cuatro vientos. Lo quiero tanto, lo quiero más de lo que debería.

<<No necesito encontrar algo para vivir, o para llevar la vida, porque ya lo he encontrado. Josh, yo vivo hablándole de ti al mundo>>, concluí y lo envié.


Te quiero; más de lo que debería. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora