08 de julio 1853
Mi querido hermano, Ezra,
Quería escribirte antes. Yo realmente lo quise, pero ya sabes cómo son las lunas de
miel. Estoy tan agradecido de que me esperaba para casarse con Elisa hasta que tuve
suficiente dinero para
recorrer este camino. Aunque estoy seguro de que nosotros dos hubiéramos sido tan
felices en cualquier lugar, siempre y cuando tuviéramos una cama.
¡Oh, hermano mío, perdóname por ser grosero, pero he tenido a nadie con quien hablar
de esto. Nuestra noche de bodas - no hay palabras. Esta no era la primera vez que me
acostaba con
una mujer, aunque ésta era mi primera vez con otro vampiro, pero no era nada como
recuerdo que era.
Por las mañanas, después de que una mujer había compartido su cama, me gustaba ver tu
cara, yo creo que debía estar haciendo algo mal, porque nunca se pareció a esto. Y tal vez
lo estaba, porque finalmente entiendo la expresión sublime, exhausto que siempre usa.
Después de la boda, apenas pudimos llegar a la habitación antes de nuestra ropa estuviera
fuera - y estoy seguro de que nos escucharon, Catherine estaba tan cerca, y por eso me
disculpo. Pero ese fue un momento en que no me pude contener.
Nunca me había sentido tan fuera de control, incapaz de detenerme, y estaba muy
agradecido por ello. Cuando Elisa y yo estamos juntos, se siente como si fuéramos
uno. Puedo sentir sus
emociones dentro de mí, como si fueran mías. He pasado toda mi vida fragmentada,
viviendo como un ser medio, pero nunca me di cuenta hasta que estuve con ella, ella me
sanó.
Estos dos últimos meses han sido un borrón, una nube de felicidad y placer. No estoy
seguro de cuánto tiempo nos tomó llegar a París, y en realidad no recuerdo mucho del
viaje. Nos detuvimos en cada oportunidad que pudimos, alquilando habitaciones con
mucha más frecuencia de lo que lo necesitábamos, pero es bastante difícil para mí
mantener las manos fuera de ella.
Soy su humilde servidor, y adoro sus pies todas las noches.
Cuando desperté por primera vez, me sentí como si fuera tuyo. ¿Alguna vez te dijo
eso? Había una sensación de que me habías creado, que te pertenecía, y me sentí como
un esclavo tuyo. No es que alguna vez me hayas tratado como tal, sino que era algo en mi
esencia que me decía eso. Algo dentro de mí diciendo: Tú le perteneces. Eres su
mercancía. Es por eso que existe".
Y lo hice, sin quejarse. Yo estaba feliz de hacerlo, y todavía lo hago. Si precisaras algo de
mí, con mucho gusto lo haría. Tu amistad incondicional es la lo más valioso para mí en esta vida, aparte de mi esposa, por supuesto.