-¿Hermano? - cuestionó con el rostro pálido.
-Claro. ¿Acaso papá nunca te ha hablado de mi?
Calum negó con la cabeza mientras salían del aeropuerto.
-Pues encantado de conocerte, hermanito, me llamo Mason. - una sonrisa se formó en su rostro. Calum se limitó a hacer una mueca.
(...)
-Apártate, imbécil - el chico a su lado, se retiró algo atemorizado por la ruda expresión y las frías palabaras de aquel chico de casi dos metros.
En ese momento, alguien tocó el hombro de este y él se volteó para ver quien lo llamaba.
-Huh, cálmate, él no te ha hecho nada.
-No te metas en lo que no te conviene, Calum.
-Déjale en paz o yo...
-¿Y si no que? - lo miró con sonrisa burlona y el moreno se quedó estático sin decir palabra alguna.
-Lo imaginaba - dijo riendo y alejándose a paso lento hasta llegar a una mesa.
Calum suspiró y se sirvió tostadas con mantequilla de cacahuete.
Su hermano Mason, el cual hacía solo unos días que había conocido, era una persona un tanto... peculiar. Tenía momentos los cuales disfrutaba de su compañía, como jugar a videojuegos a altas horas de la mañana y tirarse los mandos a la cara cuando uno de ellos había perdido. Y luego había esos momentos en los que o bien lo ignoraba, lo trataba mal a él o a otros, y se comportaba como una mierda de persona.
La estancia en la nueva casa de Calum, podría haber sido agradable. Pero efectivamente no lo era. La razón era que su padre seguía siendo un imbécil y la mujer de éste era algo dramática. Y lo demostró el primer día que la vio.
-Dios mío, Calum, que mayor que estás, ven aquí que mamá te dará un abrazo...
-Ugh, quita. - dijo éste, apartándola, mientras tiraba de su maleta y subía a su habitación a guardar sus cosas.
En ese instante escuchó como Nathalie (la mujer de su padre) lloraba y vio como su padre la abrazaba con fuerza.
Su padre subió hasta la nueva habitación del moreno y cerró la puerta con brutalidad encarando al chico que lo observaba sin mover músculo alguno.
-No trates así a tu madre. Ella te quiere mucho.
Calum rodó los ojos.
-Claro, como que he hablado con ella alguna vez. - resopló - Y ni por asombro esperes que la vaya a tratar como a mamá. Porque no lo es. Solo es una idiota como tú, la cuál seguramente te estás aprovechando.
-Mira, niño, me tienes harto. Pórtate bien o te aseguro que las consecuencias no serán agradables. - Su cara destapaba furia pura. Y esa expresión de loco hacía que a Calum le temblaran las piernas y recordase como su padre (cuándo vivía todavía con él y mamá) llegaba a casa gritando y golpeando todo lo que se pusiera a su paso.
Cuando Calum volvió a la realidad, es decir en la cafetería de su nuevo instituto, un chico bajito con cabellos azabache estaba plantado delante suyo.
-Oye, gracias por defenderme de Mason. Si quieres puedes sentarte conmigo - señaló una mesa en el fondo de la cafetería.
-Gracias, pero paso, me siento aquí - Calum señaló la mesa cercana a ellos la cual estaba compuesta de un gran nombre de chicos. Entre ellos se encontraba Mason, hecho que extrañó al chico de cabellos azabache.