Segundo minuto

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Voy volando por todo el patio, con mi capa ondeando al viento, mientras grito a todo pulmón para que me oigan todos:

—No os preocupéis, ¡al rescate voy!

La verdad es que esto de ser un superhéroe es una tarea demasiado difícil para un niño como yo. Me ha tocado enfrentarme a un monstruo con unos gruñidos... ¡Que me podían haber dejado sordo!
Además, cuando parecía que ya había salvado a la ciudad, va ¡y aparece una planta gigante que me sacaba como tres cabezas!
Y por si no era poco, me he hecho pupa en la rodilla mientras saltaba de tejado en tejado buscando nuevos crímenes que resolver.
Gajes del oficio. Pero nada podría detenerme.

—Cariño, ¿se puede saber por qué llevas la sábana colgada al cuello?— pregunta mi madre apareciendo por la puerta del patio.

—Mamá, ¿no ves que estoy salvando el mundo? ¡No me puedes interrumpir de esa forma!— grito enfadado con mis brazos cruzados.

¡En las películas nunca interrumpen a los héroes!

—Y el pobre Rex míralo— seguía hablando—. ¿Qué le has hecho al perro para que se encuentre tan cansado?— pregunta mientras recoge al perro del suelo y lo acaricia.

—¡Es un monstruo, mami! ¡No puedes ayudar al enemigo!

—Y la planta, ¡madre mía como has dejado mi petunia!— dice observándola—. Creo que ahora el enemigo eres tú, ¿no te das cuenta de todo lo que has hecho en el jardín?

Ante lo dicho, paso mi mirada por todo el jardín y descubro que lo que dice mi mami, la traidora, es verdad.

—Lo siento mami— sollozo—. Pero yo sólo quería ser un superhéroe.

—Y mira lo que te ha pasado— dice enseguida mientras se agacha delante mía y observa mi rodilla, observando así mi rasguño.

—¡Es que un héroe hace todo por el bien del mundo!— me defiendo.

Oigo de fondo su risa.

—Ven— me dice mientras me ofrece su mano y me acerco a ella—. Tú siempre serás uno, amor. Pero, ¡no es necesario que me destruyas el patio ni que cojas las sábanas!— comenta mientras se ríe y me acaricia la mejilla con ternura.

—Entonces, mami, ¿no estás enfadada?— le pregunto con miedo a la respuesta.

—Claro que no— me sonríe— Venga, vamos a curar esa herida y a recuperar fuerzas para la próxima batalla— habla poniéndose de pie.

¿Próxima batalla?

—¡¿Mami también es una heroína?!— pregunto asombrado.

—Pero solo junto al mejor héroe.

Le sonrío y, cogidos de la mano, nos vamos juntos a merendar. ¿Sabíais que los superhéroes tienen vida normal?

Además, que también quieren mucho su mamá. ¿No lo había dicho ya?

Prometo ser, algún día, tan buen superhéroe como tú mami.
Y nosotros nunca rompemos nuestras promesas.

Y es que los superhéroes son héroes con defectos y, en esos defectos, siempre hay un sentido de humor. (Peter Segal)

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Quizá, de todos los minutos, este es el que más me ha costado escribir porque siempre siento que le falta algo. ¿Cómo lo veis vosotros?

Muchas gracias por seguir leyendo ❤️.

Nos leemos,
                         Alicia 💃🏽

Siete minutos y medioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora