Estaba sentada tras el mostrador de la librería cuando oí el tintineo que indicaba que alguien había abierto la puerta. Christine, mi mejor amiga, entró con paso resuelto y una cesta llena de galletas en la mano.
-¡Buenos día Tabby!-saludó con una amplia sonrisa en los labios
Christine fue la primera persona que entró en mi librería el día que la abrí y desde entonces ha pasado por aquí día tras día. Era una de las chicas más guapas de la zona, llevaba el pelo negro y ondulado hasta la cintura y unos ojos verdes que contrastaban como dos luciérnagas en una noche oscura. Ese día de otoño llevaba una camiseta negra ajustada y unos vaqueros desgastados. Recuerdo que pensé que más de uno se tenía que haber quedado mirándola por la calle.
-¿No deberías estar ya trabajando?
-Le he pedido a Robert que me dejase un rato libre para venir verte, ya sabes que por la mañana no hay mucha gente en el bar-trabajaba en The Last Drop, uno de los más famosos pubs escoceses-es tu cumpleaños... ¡Felicidades!
Se puso de puntillas para poder darme un abrazo por encima del mostrador. Un cliente que estaba al fondo de la tienda se giró extrañado. Christine dejó la cesta de galletas en el suelo y sacó un pequeño paquete del bolsillo trasero de tu pantalón.
-Para ti princesa. Por cierto las galletas también son tuyas, las hice ayer.
Abrí con cuidado el pequeño paquete, intentando romper lo menos posible el papel. Saqué un collar con una piedra verde en el centro. Chris se colocó detrás mío para ponérmelo en el cuello.
-¿Te gusta?
-Es precioso... ¡Muchas gracias Chris!
-Bueno me voy que el pesado de Robert debe estar ya maldiciéndome.
Me dio dos besos y salió de la tienda contoneando las caderas. Acaricié el collar con la punta de los dedos, me recordaba a algo que había visto antes pero no sabía a que.
Ese día no vendí mucho, un par de clientes me compraron algún que otro libro pero nada más. Salí de la tienda con un humor de perros fui a cerrar la puerta con llave pero al girarme choque con algo, perdí el equilibrio y caí al suelo. Puede ver a un hombre en bicicleta subiendo a toda velocidad la cuesta de mi calle.
Entonces un chico que tendría como mucho 18 años me tendió la mano para que me levantara, al mirarle a los ojos di un grito de horror.
-¡Billy!
-Perdón, creo que te has equivocado. Me llamo Leonard.
Le roce la cara con la yema de los dedos y él se sonrojó un tanto.
-Eres... eres idéntico a un amigo que tuve de pequeña.
-Pues no soy él-dijo con una tierna sonrisa-bueno tengo prisa, nos vemos en otra ocasión y ten más cuidado la próxima vez.
Me quedé mirando al chico que subía la calle corriendo. Tenía el pelo color azabache y liso y unos ojos negros como dos pozos sin fondo. Llevaba un chupa negra y una camiseta granate lo que le daba un aire de rockero. Serán imaginaciones mías, me dije a mí misma y me fui hacia mi apartamento.
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Segunda oportunidad WOWAwards
Romance¿Nunca te has preguntado por qué dicen que cuando nos morimos hay un túnel con una luz? ¿Y si esa luz es la del hospital en el que estás naciendo y el túnel es tu nueva madre por dentro? ¿Y si nacemos llorando porque ese el único momento en el que r...