Capítulo II

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Me senté en el sillón que tenía en el salón. Mi casa no era muy grande. La sala de estar se componía de una mesita, un armario con la televisión, un sofá y mi sillón de plumas, lo único bueno que me había dado tía Margo en toda su vida. Lo que más me gustaba de mi casa era la iluminación, en una de las paredes había una gran ventana que daba a la calle. 

Como hacía todos los años el día de mi cumpleaños, cogí un pequeño album de fotos y comencé a ojearlo. Pasé muchas fotos sin prestarlas demasiada atención hasta que encontré una con Billy. Estábamos en la puerta de nuestro colegio, dados de la mano, probablemente sería el primer día de clase. Yo llevaba mi abrigo favorito, recuerdo que me encantaba, era rosa y cuando lo llevaba me sentía como una princesa, era todo lo que una niña podía soñar. 

Me fijé en la cara de Billy, su media sonrisa y sus grandes ojos negros, parecía el niño más bueno del mundo aunque todos sabíamos que era un trasto, quizá por eso me gustaba tanto. Puede que fueran tonterías de una niña pequeña, pero yo hubiese jurado que estaba coladita por él.

Agité la cabeza para quitarme esas ideas de encima ¡Qué tonterías eran esas!  Pasé de página y volví a la rutina de mirar fotos casi sin verlas. De repente otra me llamó la atención, como era de esperar estaba con Billy. Nos encontrábamos en un parque junto a su casa, jugando en los toboganes. Él llevaba una chupa negra y una camiseta granate y... se parecía enormemente al chico que me había ayudado esta mañana. "¡Estás loca Tabatha! Billy murió con tus padres."

Quería quitarme esas ideas de la cabeza así que fui al único sitio que conseguía relajarme el cementerio Greyfriars. Si nunca habéis estado en Escocia pensaréis que estoy chalada pero aquí todo es distinto. La gente va a los cementerios a pasear al perro, a hacer un picnic... se podría decir que es como un parque.

Al llegar, crucé la puerta de entrada y me encaminé a un lugar libre de tumbas. Me tumbé en la hierba mirando las nubes. De repente alguien se colocó a mi lado y al girarme para comprobar quien era pude ver la cara de Leonard muy de cerca por lo que me incorporé de golpe.

-¿Qué haces tú aquí? ¿Me estás siguiendo?

-Como si no tuviese nada mejor que hacer...-contestó con una media sonrisa, igualita a la que había visto en la foto de Billy.

-¡Me has pegado un susto de muerte!

-Mira que bien, no tendría que haberte llevado muy lejos.

La broma me pilló de improviso y ciertamente no era graciosa, pero me descubrí a mí misma riéndome.

-¡Eres idiota!-le solté entre carcajadas.

-No me dicen eso muy a menudo, lo tomaré como un cumplido.

Él, que seguía tumbado, se levantó de un salto.

-No deberías estar tan sola... ¿Quieres un café?

-Para empezar no te conozco de nada y ¿no eres un poco joven para intentar ligar conmigo?

-Ya tengo 18, no estoy ligando contigo y, Tabatha, si quieres conocerme, sígueme-dijo echando a andar hacia la entrada.

-¿Cómo sabes mi nombre?

-Si quieres que te lo diga tendrás que venir conmigo.

Aún no sé muy bien por qué, pero le seguí.



Segunda oportunidad WOWAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora