Prólogo "Tú no eres una despedida, pero esto lo es"

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( La historia comienza desde el final. Este sería el final de la historia, y la novela transcurrirá contando como llegaron ambos hasta esta situación. Como se conocieron, que relación tenían en común, y esas cosas. )

Después de haber dormido toda la noche, Troiann Marshall, una chica de rubia de veinte años de edad se había despertado de la cama, estaba cansada y exhausta. Siempre se encontraba así cuando se levantaba, sin contar con el mal humor que lo hacía. Era increíble, se sentía tan tensa por las mañanas, y a pesar de haberse despertado más pronto de lo que le hubiera gustado, esta vez estaba feliz. A su lado dormía un chico, llamado Marcus, el cual apenas notaba lo que estaba pasando a su alrededor. Marcus tenía 23 años y dormía plácidamente entre las blancas sábanas de la cama, su sueño no se vio interrumpido en ningún momento y Troiann no hizo nada para eso. La chica tan solo se limitó a acariciar la mejilla del chico, con cuidado de no despertarlo, sabía que despertarlo de aquel sueño podría hacerlo enloquecer, y la joven no quería despertarlo bajo ningún concepto. 

Tras estar contemplando a Marcus levemente embobada, salió de la habitación con algo de ánimo, a pesar de que estaba demasiado cansada. Aquella mañana quería sorprender a Marcus, demostrarle que sabía cocinar y que todo no era un postureo para ella. Aquella mañana estaba más animada, por lo que no le costó nada decidirse por lo que iba a prepararle al joven. Decidió así preparar algo de fruta con unas tortitas, sin olvidarnos de la leche. Poco tardó en empezar a pelar la fruta, despacio sin prisas, mientras tarareaba una canción de las muchas que sonaban en la radio. 

Por otro lado, Marcus se acababa de despertar, estaba algo perezoso, por lo que estiró un brazo y palpó el otro lado de la cama, en busca de la joven. No la encontraba por ningún lado, por lo que eso al principio, lo sobresaltó un poco, alcanzándole así el nivel de preocupación en cuestión de segundos. ¿Dónde estaba ella? Entonces aquellos pensamientos se vieron rotos por unos ruidos similares provenientes de la cocina, donde escuchaba a la chica cantar en voz alta, cosa que al joven lo hizo sonreír y negar en más de una ocasión.  Se levantó así de la cama, con tan solo unos pantalones de pijama, y rascándose los ojos se fue hacía la cocina. Una vez en la entrada, se quedó mirando a la rubia, la cual estaba de espaldas a él concentrada en lo que hacía. En todos aquellos meses, jamás la había visto así, por lo que para él era toda una novedad, y en cierta manera, lo entusiasmaba. Con sigilo se acercó a ella y apoyo ambas manos en sus caderas, agarrándola así por detrás con intención de no molestarla en el trabajo que estaba haciendo, la verdad es que para él, estaba preciosa así. 

La chica enseguida se puso nerviosa al notarlo tan cerca de ella, y más, al notar el beso sincero que el chico depositaba en su nuca, haciendo que un leve cosquilleo se hiciera eco en la columna vertabral de la chica. El chico habló.

- ¿Qué estas haciendo? ¿Quieres provocar un incendio, enana?

- Cállate, canalla.

Dijo ella en un tono algo chulesco, y tras asegurarse que las tortitas no se quemaban, giró sobre si misma y le miró, encontrándose con los ojos del chico en un momento exacto. Se puso algo nerviosa y este, deposito un suave beso en la frente de ella, en modo de saludo, y sobretodo, marcando así una prueba de cariño más que evidente. La chica entonces se dio cuenta de que él llevaba el pecho al descubierto, por lo que, tras separarse de él, añadió.

- Deberías vestirte, te vas a resfríar y no quiero que me culpes también de eso. Asique mientras yo preparo esto, conviene que te vistas.

- Vale mamá. - Dijo él con una sonrisa tímida y poco después salió de la cocina, adentrándose en la habitación que ambos anoche habían compartido.

La joven, mientras tanto, seguía en la cocina a lo suyo, perdiéndose entre las miles de cosas que estaba haciendo, que si cortar la fruta, que si encargarse de las tortitas. Finalmente, cuando tuvo todo listo, no tardó en colocarlo en platos, y dejar estos encima de la mesa, despacio. Colocando cada cosa en su sitio, para que ambos así pudieran desayunar en total tranquilidad.

En ese momento entró Marcus en la cocina, ya vestido,  y la vio allí, no dijo nada y se sentó en la mesa, comenzando a devorar una de las piezas de fruta que había en uno de los platos, mirándola de reojo en más de una ocasión, después habló.

- Anda, ven aquí y desayuna conmigo, Troi.

Ella enseguida aceptó y se sentó en una de las sillas que había libres frente a él, haciéndose dueña poco después de uno de los cachos de fruta que no había caído en las manos de Marcus. Este no tardo en agarrar con una de sus manos una de las rodillas de la chica, haciendo así que la mirada de Troiann se levantara hacia la de él, Marcus después habló.

-Desayunaré y después me iré, ya hemos hablado de esto.

Ella entonces carraspeó por lo bajo y se mordió el labio. Sabía perfectamente de lo que Marcus estaba hablando, ambos habían quedado en pasar una noche juntos, y aquella noche había llegado a su fin, por lo que cada uno tendría que seguir con su vida y tenían que hacerlo ya, para no hacerse más daño el uno al otro. 

Entonces Troiann se vio obligada a quitar la mano de aquel varón de su rodilla, ahora mismo no quería sentir su cercanía bajo ningún concepto. El chico sintió el rechazo que ella le estaba dando por lo que no tardó en terminar de desayunar y levantarse de allí, con intención de salir de aquella casa lo antes posible. Antes de que Marcus abandonara la casa, Troiann le agarró la mano y lo miró a los ojos, mordiéndose el labio con algo de fuerza, no creyendo lo que acababa de pasar.

- Si este es el final, y no vamos a vernos nunca jamás, dime que ha sido esta noche para ti.

- Una despedida. -Añadió el chico en un carraspeo.

- ¿He sido una despedida para ti? Ahora lo entiendo todo.

- Tú no eres una despedida, pero esto lo es. Esta es nuestra despedida. Lo sabías, lo sabes. 

Tras decir aquello, ambos se miraron por unos segundos y después Marcus desapareció por la puerta principal. Pero claro... ambos se habían conocido meses atrás, se habían odiado, se habían quemado, habían viajado a Italia juntos, habían disfrutado juntos... ¿Cómo podían olvidarse de todos aquellos momentos? ¿Lo conseguirán...? Y sobre todo... ¿Cómo llegaron hasta esta situación Marcus y Troiann?




"Cuando el fuego encuentra la gasolina"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora