Troiann y Marc recién se habían conocido y habían decidido ir a tomar un helado, bueno más bien, por la cabezona de Troiann, que siempre tenía que tocarle las pelotas a alguien. Troiann vivía de las improvisaciones y aquello era una de ellas, le encantaba conocer gente nueva, y por encima de todo eso, molestarla.
Marcus era imbécil, según ella. Era un motero, vulgar y creído, no había que ser muy listo para no saberlo, ya que en sus gestos lo reflejaba todo. Su prepotencia, su bordería, todo. Tenía el pelo negro, una barba de tres días y unos ojos azules, profundos, cosa que inquietaba a Troiann.
Marcus no era de muchas palabras, más bien de cortos y breves monosílabos que dejarían a cualquiera en evidencia o cortado. En la cabeza del motero no cabía otra idea de que había caído en el juego de aquella adolescente, ya que había accedido a comprarle un helado. Poco más adelante, ambos visualizaron la heladería más cercana, Troiann no dudó.
- Esta, entremos en esa. Tiene buena pinta. ¿No crees?
- La que tú quieras, pero que sea rápido.
- Dios, que borde eres tío, así le quitas las ganas a cualquiera.
- No estés tan segura de eso.
Ambos sonrieron, una sonrisa espontánea mientras Troiann entraba primero en aquel establecimiento. El sitio no era muy grande, pero tampoco era enano. Había mucha gente, adultos, niños, parejas, familia... Todo aparentemente muy normal. Siguió caminando hasta llegar a la barra, donde no dudó en pedir el helado, mientras por detrás sentía la presencia de Marcus, el cual resoplaba ante la lentitud de la rubia a la hora de elegir cual quería, entonces este habló.
- ¿Te vas a decidir ya, pesada?
- Que te calles, es una decisión difícil, hay que pensar. Ni te rayes.
- Dios, eres más irritante, tienes para todo chica.
- Tampoco te pedí la opinión...
Tras eso, cuando el chico tenía decidido contraatacar, la joven cogió la delantera y pidió un helado de limón, uno de sus favoritos, mientras miraba de reojo al motero, el cual negó en varias ocasiones. Después el pidió uno de chocolate y pagó ambos, mirándola después.
- ¿Contenta? Eres peor que una niña pequeña, tía.
- ¿Y eso repercute en tu vida? Porque yo creo que no, así que...
- Ogh.
- Con esa poca paciencia, no vas a estar nunca con nadie.
- ¿Y a ti qué te importa eso? No me van los amoríos que a vosotras os "enloquecen" - Dijo aquella última palabra moviendo los dedos en símbolo de "entre comillas", mirándola atento.
- Ah. Entonces eres del de... si mañana te veo, no me acuerdo. ¿No?
- Exacto. Por fin entiendes algo.
Poco después ambos salieron del local, cada uno con su respectivo helado. Aquello había sido un desastre, ella no le aguantaba a él, y él tampoco a ella, pero por alguna extraña razón seguían hablando, y conociéndose, en parte.
Una vez en las que la joven levantó la cabeza, vio de nuevo a la mujer de cincuenta años de antes, susurrando las mismas palabras que había emitido poco antes a una distancia bastante grande de la rubia. Ésta, cabreada, y sin importarle la presencia del motero, caminó en pasó firme hacía ella, decidida en saber porqué la miraba así y porque susurraba aquellas palabras. Cada vez que se acercaba más a ella, más tensa se sentía, y el mismo ardor le recorrió el pecho.
Por fin alcanzó a aquella mujer, la que no había tenido tiempo de huir, Troiann la agarró del hombro, y la zarandeó para que le prestase atención. La mujer no dudó. Troiann habló.
- ¿Qué mierdas de juramentos estás haciendo contra mí? ¿Eres algún tipo de bruja o qué?
- Donatella.
- ¿Te llamas Donatella?
- Donatella Carstairs.
Después la mujer se deshizo de el agarre de la rubia y se fue, mientras esta analizaba las palabras que acababa de escuchar. "Donatella. Donatella Carstairs..." ese era el nombre de su madre fallecida. ¿Qué tenía que ver ella con aquella mujer? Suspiró y cuando levantó la vista allí estaba Marcus, sin entender nada de lo que estaba sucediendo en ese momento.
- ¿Acosas así a la gente? Creía que solo era a mí.
- Cállate imbécil. Ya es hora de que te vayas.
- ¿Perdón?
- Estás perdonado, vete.
- Eres más rara, niña. Pero mira, seré buena persona y te voy a dejar mi número. Como ahora estás histérica y no vas a contarme nada, porque estás loca, llámame cuando puedas y me cuentas porque acosas a la gente así, nos vemos.
No le dio tiempo a replicarle y ahí se quedó la cosa.
Donatella Carstairs. ¿Qué pasaba con esa mujer?¿Por qué Marcus había cedido a dejarle el número después de haber visto eso?
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"Cuando el fuego encuentra la gasolina"
Teen FictionTroiann Marshall es una chica que cualquiera consideraría normal, tiene 20 años, trabaja en un pequeño bar de su ciudad y dedica su vida a la Universidad y al amor de su novio, Kurt, y sus amigos, como serían Berlía y Daeny. No tiene ni idea del...