Silencio absoluto.

3K 203 17
                                    

Siempre me había considerado como un hombre con fe, mi madre me inculco eso en algunos años de mi vida, pero claro, cuando vas al ejército, matas personas y tú sigues respirando como si nada esa fe en alguien supremo que te ve desde arriba, o en la mundana fe de ganarte la lotería, desaparecieron, y yo lo deje ya sin importancia.

Pero claro mi fe siempre se hacía presente cuando la necesitaba, en mis épocas de campaña en Afganistán, siempre elevaba algunas plegarias cuando sabía que la necesidad de fe era requerida. Más mi fe nunca había sido tan fuerte y a la vez, tan dolorosa.

Todas las noches despertaba gritando tu nombre, después de verte caer por milésima vez de ese hospital, y aun con la cantidad de sangre mayor que como en realidad fue, la peor parte no era esa.

Cuando corría a tu habitación, aun desorientado y observaba tu cama vacía era cuando la garganta me quemaba y el corazón me latía aún más veloz. Lo peor de todo era ese pinchazo que sentía después de tener tanta fe, ese golpe en el estómago que me saca el aire. Era ahí, en tu habitación vacía, donde solo quedaba tu aroma impregnado en las mantas, cuando me daba cuenta que esa fe tan grande no podría concederme ese milagro que esperaba. Pero lo peor era que no podía, ni quería deshacerme de ella.

Y eso era lo verdaderamente doloroso y, aunque siempre prometía no volver a hacerlo me permití llorar y pedir por un milagro que sabía no iba a llegar.

-Por mí, Sherlock... Por favor.

*

Nunca había necesitado tanto a una persona, necesitarla tan desesperadamente que podría volverme loco, la pistola me está tentando, trato de ignorarla pero cada vez es más difícil.

Solo necesito una señal, una señal Sherlock, una señal para que no acabe conmigo mismo.



No era un adiós.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora