No era un adiós.

Podría.

Se prometió a si mismo que no volvería a dirigir palabra alguna a Sherlock Holmes.

Pero como siempre el muy bastardo hizo que rompiera su promesa, y no pudiera creer ni siquiera en sus mismas palabras.

Eran las tres menos cuatro cuando John vio ese texto.

Podemos hablar...

SH.

Eran las cuatro menos treinta cuando John llego al 221 B. No sabiendo el por que se había levantado de su cama. Y aunque no era un maestro de la deducción como Sherlock, sabia que este se había tomado el tiempo de ordenar el desastre que tendría que haber.

-Hola John.

Sus labios estaban resecos, no del todo, pero lo suficiente como para que un doctor lo reconociera y sobre todo un amigo. Sherlock había estado drogándose.

-¿Que son hoy? ¿Parches? ¿Cocaína? ¿Cigarros?

- John, yo...

Había sido mala idea el querer hablar con John esa madrugada. Sus ojos se entrecerraban. Había sido mala idea, el haber usado esos 5 parches de nicotina seguido de los 8 cigarrillos fumados.

- Sherlock, te fuiste, me dejaste.

- Lo lamento John... Yo... lo siento.

Empezó a sudar, su boca mas reseca que antes. Estaba asustado. No sabia si su corazón latía tan rápido por la droga en sus venas, o por tener cerca a John de nuevo.

- No creo poder perdonarte esto Sherlock, seria mejor que... mejor que.

Sherlock se apoyo en su silla, las piernas le fallaban. Las duras palabras que salían de boca de John lo estaban matando mas que las drogas. Por que sabia lo que John quería decir, y quizá no estaba lejos de cumplirse.

- Puedo seguir muerto si quieres.

Y lo ultimo que vio fueron los brazos de John tratando de sostenerlo.