La máquina que tengo a mi lado ha vuelto a hacer aquel fastidioso sonido, y me ha vuelto a interrumpir mientras dormía. Miro mi reloj. 11:42am.
Rayos. Se me ha hecho mucho más tarde de lo que pretendía. Me levanto de mi cama improvisada. Me visto. Como algo que encuentro por ahí, y no estoy seguro de su caducidad, pero aún así lo como. Le dejo una nota a Vicent, agradeciéndole por todo lo que ha hecho. Reviso las cámaras, y compruebo que Twill no se halla en su despacho. Luego, bajo las escaleras.
Salgo a la calle. Tengo que caminar unas cinco manzanas para llegar a la Comisaría. Camino, sintiendo el peso de mis pies. Prácticamente, estoy caminando hacia la horca. Hacia la horca, la guillotina, Twill. Todos son sinónimos de muerte.
Giro por una calle, y allí la veo. La Comisaría, en todo su esplendor. Antes, la veía como algo que representaba esperanza y justicia. Ahora sólo lo veo como un pozo de corrupción, y un matadero.
Avanzo, hasta cruzar la calle. En la esquina de la Comisaría, me detengo. ¿Ahora qué? Con la seguridad al máximo, ¿Cómo entraré? Al igual que lo hizo el Hombre misterioso, o Tom, aquella vez.
¿Pero cómo? Dijeron que nadie había entrado o salido de la oficina, salvo yo... A menos que no lo hayan visto. ¡A menos que haya usado la ventana!
Me dirijo al costado de la Comisaría, donde se halla la oficina de Twill. Paso disimuladamente, para comprobar que no hay nadie allí. Miro a todos los lados, comprobando que nadie me esté viendo, y entro por una ventana. Es de esas que son demasiado grandes, y demasiado inseguras. Twill debería hacer algo al respecto, pero por fortuna, no lo ha hecho.
Estoy dentro. ¿Ahora qué? Buscar la sala de sistemas. Abro la puerta con delicadeza, compruebo que no hay nadie, y salgo. Tengo que llegar al sótano, que es donde se halla la sala de sistemas, la de calderas, y otras más. Camino lentamente, con la cabeza gacha. Debo seguir por este pasillo, girar a la izquierda, luego a la derecha, luego bajar por una puerta, y ya, llegaré al sótano.
Llego al final del pasillo, y giro a la izquierda, sin problemas. Sigo sin toparme con nadie. Hay una puerta abierta en una pared, en medio del pasillo. Una voz sale de ella, que reconozco como la de Twill. Debo pasar con cautela. Avanzo aún más lento. Siento que mis pies hacen demasiado ruido al moverse, pero es sólo producto de mi imaginación.
Al llegar a la puerta, paso con sutileza, y echo un vistazo dentro. Es la sala de conferencias. Twill está al fondo, hablando por un micrófono. Todos los policías están sentados, mirándola. Parece que me ve, y sonríe. Pienso que es producto de mi imaginación, pero esta vez no estoy tan seguro.
Sigo avanzando, un tanto intranquilo. Mientras avanzo, la voz de Twill resuena en el pasillo.
—No duden en disparar al verlo. No queremos que el incidente de ayer se repita. Los civiles están aún más indignados después de que aquellos oficiales los interrogaran. Esto se está saliendo de control. Tenemos que detener a Geller si queremos que esto acabe. Es un hombre peligroso. Nos pone a todos en riesgo. ¡Escapó de un Manicomio, por el amor de Dios! ¿Quieren que alguien así se acerque a sus familias? Lo dudo. Cuando tengan la oportunidad, porque sé que la tendrán, disparen.
Giro por el pasillo a la derecha, mientras escucho cómo mi sentencia de muerte es dictada. Y al parecer prontamente ejecutada. Por el pasillo, viene Ray. Me mira, y abre los ojos como platos. Le suplico con gestos, pero él los ignora.
—¡ROBERT ESTÁ AQUÍ! ¡VENGAN!
—¿Qué esperan? —dice Twill desde la otra sala— ¡Vayan por él!
Escucho varias sillas que se mueven, y pesados pies. Golpeo a Ray en el rostro, y corro en dirección a la puerta que me lleva al sótano. La abro, y bajo las oscuras escaleras, sin darle oportunidad a mis ojos de que se adapten.
Sigo bajando. Cuando llego al sótano, mis ojos ya se han adaptado. Hay un aviso colgado en el techo, en letras fluorescentes, que me indica las habitaciones.
←Sala de calderas
←Cuarto de aseo
Sala de sistemas →
Armería secundaria →La puerta más próxima, es decir la de la sala de sistemas, está entreabierta. Se distingue un atisbo del interior, nada más.
Abro la puerta, pero cuando lo hago, alguien me golpea por detrás, y me arrastra al interior.
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Diez Dias De Frustración: Respuestas
Short StoryCuando lo has arriesgado todo, y lo has perdido, ¿Qué más puedes arriesgar? Si no te queda nada ni nadie, ¿Qué puedes perder? Nada, salvo a ti mismo. Todo tu ser, tus esperanzas, tus recuerdos, es lo único que puedes ofrecer. El ofrecerte a ti mismo...