Día 9

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Abro los ojos. Pienso que estaré esposado, o atrapado en alguna clase de trampa medieval, pero no es así. Estoy acostado en el piso de una habitación. No, una habitación no. La sala de sistemas. Hay una persona en una silla, que reconozco como Karen. La asistente de Peter. Está dormida. Le doy una ligera sacudida, y abre los ojos, sorprendida.

—¿Karen? —le pregunto.

—Así es.

—¿Qué estás haciendo?

—Ayudando.

—¿Por qué?

—Porque Twill me quitó todo. Yo era la asistente de Peter, él me pagaba bien, me daba buen trato y todo. Luego, ella lo mató, y me bajó a este apestoso sótano.

—¿Que quieres decir con que lo mató?

—Mira esto.

Enciende unas pantallas, y aparece la misma cuadrícula que vi en el monitor de Vicent. Busca una fecha, que reconozco como la misma que buscamos, pero estaba cortada. Ella reproduce las dos últimas frases, y se da cuenta de que está cortada. Se pone de pie, se dirige a unos cajones. Los abre, y busca dentro. Pasado un tiempo, saca un CD. Vuelve a su sitio original, y lo inserta. La grabación retrocede aún más. Justo cuando llega aquel hombre.

"—Tom, toma asiento. —le dice Peter.

No demoraré mucho. Necesitamos hablar un par de cosas.

El plan ya me lo sé de memoria. Llegamos, la distraigo, tú disparas.

Bien. ¿Alguna falla visible?

No lo creo.

Tienes que mantener alejado a Robert de esto. Eso lo sabes, ¿no? Jamás permitiría que lo hiciéramos.

Supongo que preguntará el porqué. Yo también tengo que hacerlo.

¿No lo sabes?

No. Simplemente lo hago porque no confío en esa perra.

Vale. Te cuento de todos modos. ¿Recuerdas el accidente de los padres de Robert?

—¿Cómo olvidarlo?

Los que chocaron contra ellos, eran los padres de Twill. Se hallaban en estado de embriaguez. Los jueces tenían suficientes pruebas para arrestarlos, y así lo hicieron.

¿Twill hace esto porque arrestaron a sus padres?

Aún hay más. Después de catorce años metidos en prisión, decidieron que era tiempo de escapar. Cuando escaparon, Robert estaba comenzando en la policía. Él llegó al lugar de la fuga, y al verse amenazado, les disparó. No vivieron para ver a su hija. Ahí, fue precisamente cuando la carrera de Robert comenzó. Ahí fue donde nació el Policía Estrella de Nueva York.

Los padres los arrestaron, y el hijo los mató. Claro. Tiene sentido.

—Es por eso que debemos detenerla. Salió del psiquiátrico, pero nadie está seguro totalmente de su salud mental.

Ya lo sé. ¿Crees que deberíamos despedirla?

No. Te lo he dicho mil veces. Eso sólo la empeoraría.

Vale. Entonces adheridos al plan.

Exacto. ¿Todo marcha de acuerdo a lo planeado?

Así es. No creo que haya errores.

Más te vale. Sabes lo que hay en juego.

Lo sé. No tienes que repetirlo siempre, Tom.

Son precauciones. Y recuerda. Debes mantener vigilado a Robert. ¿No queremos que estropee todo, o si?

No, no queremos. "

Esto lo cambia todo. Twill, Peter, Tom. A todos los veo desde una perspectiva diferente. Sí, maté a dos sujetos en mis primeros días cómo policía, pero no tenía ni idea de que sus consecuencias saldrían a luz años después. No sé si debería odiar a Twill, sentir pena, o compasión. Supongo que está siendo bastante vengativa. Y es justo, ya que fueron sus padres los asesinados aquella noche. Pero no tuvo en cuenta que mis padres también murieron. Supongo que ambos tenemos razones para matarnos.

—Robert, sal de donde estés. —dice Twill afuera del pasillo.

Miro a Karen, y ella abre los ojos. Yo me pongo de pie, y me dirijo a la puerta. Karen me toma por el brazo, y articula un "No" con la boca. Yo me suelto de su agarre, y le respondo con un leve "Lo siento".

He de encararla. Acabar con esta locura. Todo Nueva York está sumido en caos, gracias a una venganza que pudo haber tomado lugar años antes. Tiene que terminar.

Abro la puerta, y salgo al pasillo. Las luces, que no había notado al bajar por primera vez, ahora están encendidas. Twill está parada entre la escalera y yo. Lleva un arma de alto calibre en sus manos. Me apunta con ella, y sonríe.

—Ahí estás, querido. —me dice, con una voz que resulta irritante.

—Lo siento.

—¿Por qué?

—Por lo de tus padres. No tenía idea que eran ellos.

—Díselo a sus tumbas.

—Oye, calmate. Sólo intento remediar las cosas.

—¡Ya es demasiado tarde, imbécil! ¡Tus padres yacen en el suelo al igual que los míos! ¡Y todo es tu culpa!

—No es mi culpa que manejaran ebrios.

—Sí es tu culpa que muriesen.

—Mira, sólo... Baja el arma, y...

—¡No! ¡Ambos iremos a reunirnos con ellos muy pronto!

Y antes de que le pueda preguntar qué demonios pretende hacer, apunta su arma a la sala de calderas. Dispara una ráfaga rápida, y por un instante todos ardemos.

Diez Dias De Frustración: RespuestasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora