Veinte

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Luke y Thalia estaban tomados de las manos, sentados en el banco del parque y rodeados de árboles con las hojas más verdes que Annabeth había visto. Todo el paisaje era deslumbrante; a esa hora habían pocas personas, lo que le daba un ambiente de calma. Las flores se encontraban en todas partes y sin un orden específico, llenando de color cada espacio de aquel lugar: Desde rosas a lirios, el perfume bailaba en el aire provocando que Annabeth sintiera que sus alergias volvían. 

La historia de Thalia y Luke era tan rara como graciosa e incómoda. El día siguiente a la fiesta ella había recibido un texto de Luke pidiendo encontrarse en el mismo parque en el que ahora estaban. Al parecer, Thalia había recibido el mismo mensaje, pero pedía encontrarse con ella una hora más tarde. Cuando llegó, Luke se veía muy diferente a las últimas semanas. Su cabello estaba arreglado y bien cortado, su piel limpia y bronceada, su ropa estaba planchada, y por el olor a suavizante, también recién lavada. Todo en él era pulcro, y su expresión transmitía serenidad, como si el peso que había llevado en el último mes hubiese desaparecido en un instante. 

Él la había abrazado y había explicado cómo había resuelto el código, desde su número favorito hasta lo que se refería con él. Annabeth a penas había podido respirar: No esperaba que él quisiese andar con ella, y no sentía que pudiese hacerlo. Él fue una vez uno de sus amigos más cercanos y ahora era un completo extraño, definitivamente no podía salir con él. Entonces fue cuando le dijo que se había enamorado de Thalia. Le explicó por qué había estado tan perdido en ese último mes: Había estado visitando a Thalia todas las noches y apenas dormía una o dos horas antes de ir al colegio, lo que también explicaba las ojeras de Thalia cuando la vio el día anterior. Ese día, Annabeth había presenciado como Luke le pedía a Thalia que se mudase junto a él a un pequeño departamento para el que había estado ahorrando los últimos años: Thalia había dicho que sí. 

Annabeth volvió al mundo real cuando Luke la saludó, abrazándola con fuerza. Habían charlado bastante las últimas semanas, y ella de verdad sentía como si algo que había perdido hubiese regresado. Thalia la saludó con un abrazo y ella le contó acerca de su nueva vida junto a él; ella no soportaba a su mamá, y estar sola y ser independiente, aunque era difícil, la hacía más feliz que vivir con ella. No significa que la odiara, sólo que era mejor para las dos estar alejadas. Thalia no estaba preparada para hablar sobre su hermano, lo que Annabeth respetó, aunque la curiosidad carcomía su interior. 

Cuando la reunión terminó Annabeth se dirigió a su casa; le gustaría reunirse con Piper, pero estaba con Jason. Hazel estaba con Frank y Bianca con Leo. Rachel estaba de viaje por las vacaciones de primavera y Reyna pasaría tiempo con su hermana, así que eso la dejaba sola. Bien podría llamar a Nico, pero estar solos sería raro, y Percy... 

Tomó el celular entre sus manos y marcó. La foto de Percy brilló en la pantalla mientras esperaba a que él contestara. 

Uno, dos...

"¡Annie!" Su voz sonó alegre a través del teléfono, lo que provocó que Annabeth sonriera. Podía perfectamente imaginar su rostro, sonriendo de lado y saludándola con la mano. "Justo iba a llamarte, ¿Comemos pizza? Yo invito."

"¿Cómo puedo negarme a eso? En mi casa, en diez minutos." Respondió, abriendo la puerta de su hogar y dejando las llaves en la mesa. 

"¡Llevaré películas!" 

Ella se despidió de él y saludó a sus padres, quienes habían tenido un día atareado en el trabajo y ya iban a acostarse. Les contó acerca de Percy y ellos, sorprendentemente, no se negaron. Sus hermanos estaban a tres horas de distancia, con sus abuelos, por lo que no los molestarían. 

Quince minutos después Percy llegó, con una torre de películas y una sonrisa en el rostro. Dejó las películas a un lado y abrazó a Annabeth; olía a especias, madera y a playa. 

"Sé que no te gusta el terror... Pero, por favor, Annie. Estoy aquí para protegerte."

Annabeth soltó una carcajada.

"¿Protegerme, Perseus? En primer lugar, te dan tanto miedo como a mi."

"¿Ah, sí? ¿Y en segundo?" Preguntó, encendiendo el televisor. 

"Puedo protegerme sola." 

Él negó con la cabeza. 

"Tal vez, Anne. Pero todas las personas merecen a alguien que quiera protegerlas." 

En ese momento sonó el timbre, y Percy fue a recoger la pizza. Había pedido una pizza enorme y Annabeth pensó que iba a sobrar demasiada comida... Pero se equivocó. En la primera película, a la cual Annabeth realmente no le puso atención, Percy se terminó tres cuartos de la pizzay el resto lo comió ella. 

Después de haber visto cabezas volando por todas partes y sangre embarrando el suelo de una casa vieja, decidieron poner Pocahontas, de Disney, para calmarse un poco.

"¿Vas a decirme qué hacías con esta película entre tu colección?" Preguntó Annabeth, que se removía incómoda en el gran sofá de sus padres. Percy estaba acostado, lo que le daba poco espacio para moverse.

"¿Estás incómoda?" Annabeth asintió, frunciendo los labios. "Ven." 

Percy se sentó en el sofá y Annabeth se acostó en su hombro. Ella sintió cómo algo se removía en su interior, así que se concentró en la película. Pocahontas paraba la ejecución de John Smith, y un montón de hojas coloridas volaban con el viento. 

"¿Sabes? La verdadera historia no tuvo un final tan feliz." Contó Annabeth mientras Percy asentía y posaba su barbilla en su cabeza. "Ella creyó que John Smith estaba muerto, luego fue raptada y fue bautizada con el nombre Rebecca, se casó con John Rolfe, que la amaba, pero no se sabe si ella sentía lo mismo. Tuvieron un hijo y ella murió a los 22 años."

"No me parece tan trágico. Hay historias mucho peores." Respondió calmadamente Percy. 

"Puede que haya historias más trágicas, pero no significa que ésta deje de serlo." Annabeth soltó en un suspiro. Eran las once de la noche y sus párpados empezaban a cerrarse. La película estaba a punto de terminar, cuando Percy volvió a hablar. 

"¿Cómo vas con James?" 

Annabeth alzó la cabeza para ver a Percy a los ojos; verdes como las esmeraldas, brillantes como las estrellas. A Percy le agradaba James, pero a James no le agradaba él. 

"Estamos bien, creo." Respondió, creyendo que la conversación terminaría allí. 

"¿Ya te besó?" Percy bajó la voz, haciendo que el pecho de Annabeth doliera. Ella asintió y él sonrió. "¿Resolvió el famoso código?" Ella negó. 

"Creo que lo voy a olvidar... No lo sé, Perce. Es muy confuso."

"¿Es por Liam, uh? Ya hablamos de esto, Annabeth. No puedes vivir toda tu vida creando acertijos en tu vida para evitar sentir cosas. Dolor, amor, desamor... Todo eso es parte de vivir. Tienes que permitirte vivir."

"Siento que estoy deshonrando su memoria." 

Él la abrazó con fuerza y secó una lágrima que ella no sabía que había soltado. 

"La honras todos los días, Annie. Cada vez que piensas en él lo haces. Ahora, dime que vas a intentarlo con James." 

Ella asintió, muy a pesar de saber que, aunque quería a James, la única persona con la que quería intentar algo era con el chico que la abrazaba en ese momento. 


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