Veintisiete

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Vania tomó la mano de Percy. La pareja se encontraba sentada fuera del salón 113, esperando a que la clase inicie. A pesar de encontrarse en medio del pasillo, sentían privacidad: Las personas que pasaban de un lado a otro creaban una pared.

Percy sonrió hacia la chica de cabello rojo.

"¿Ibas a contarme algo?"

Vania asintió ligeramente. Soltó un gran suspiro y, con la voz tan baja que apenas logró oírla, soltó:

"Vamos a mudarnos."

... 

"Déjame. Aún no supero la investigación de Historia." soltó Leo, cerrando el casillero con fuerza. 

Annabeth reía. 

"Si tan sólo hubieras elegido a alguien que te interesara y no el primer nombre que encontraste..." 

"¡No fue el primero que encontré!"

"Button." soltó Annabeth, negando con la cabeza. Sabía la razón por la que lo había elegido... 

"¡Butt-on! ¡Trasero encendido!" gritó Leo. "¡Oh, vamos! Pensé que, con ese nombre, sería más interesante."

Annabeth negó por segunda vez, esta vez con una sonrisa más grande en el rostro. Por lo que sabía, al chico de rizos le había ido bien. A pesar de todas las bromas que le hacían, era inteligente, y aún cuando no se le daba tan bien la historia como la física y la matemática, sabía que se había esforzado. 

Siempre lo hacía, y por eso era el más grande orgullo de su madre, Esperanza Valdez. 

"¿Qué nos toca?" interrogó el chico, mientras los dos caminaban por el largo pasillo, esquivando a la gente que se amontonaba y corría de un lado al otro para llegar a tiempo a su clase. 

"Uh, Español." respondió la chica. 

"Pan comido." 

"Lo dices porque tú vives, comes y respiras el español." dijo la chica, mientras saludaba a Rachel, que se encontraba a unos metros, con un leve movimiento de mano. "De todas maneras, no me quejo." 

Reyna llegó corriendo y abrazó a Annabeth en forma de saludo.

"Bien, otra que vive, come y respira español." bromeó. Reyna frunció el ceño, pero no preguntó. 

"Pensé que llegaba tarde." 

"Ya conoces a nuestra profesora, mi reina." soltó Leo, con una sonrisa coqueta en el rostro. 

Las dos chicas sabían que lo hacía por bromear; así era Leo. Además, estaba perdidamente enamorado de Bianca Di Angelo... Y, de todas maneras, él sabía que ella le patearía el trasero si él intentaba algo con otra chica. 

"Bien, bien, se acabó el descanso, muchachos." Con la voz de la profesora de español, los tres chicos entraron a la clase. 

El celular de Annabeth sonó mientras la señora López explicaba la conjugaciones de los verbos. Pretérito perfecto. Pluscuamperfecto. Presente continuo. Annabeth estaba realmente segura de que ni en Latino América entendían eso. 

Anne, ¿Podrías pasarme los apuntes de Filosofía del día de hoy?  

Era Vania. 

Sí, Vee... ¿Te encuentras bien?

Vania había faltado a la clase de Filosofía y Letras, la única clase que compartían. 

Volví a casa hace unas horas. No te preocupes... ¿Puedes pasar por aquí después del colegio?

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