II

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 Estoy sentado, sumido en ti,  oscuridad.

Los sonidos se escapan y solo queda el zumbido en mi oído recordándome que no hay nada, ni nadie. 

Mi única compañía es la ausencia de un todo y en esencia es reconfortante, vigorizador, vivificante y reparador.

La nada absoluta es algo exquisito, todo es tan calmado que quedo en los adentros de mis más profundos pensamientos.

Debería sentirme solo, vacío, inexistente, triste, afligido, pero no es así, para nada.

 Aquí, en este lugar, en esta oscuridad en la que me encuentro inmerso puedo ser sin fingir ser el ser que no siento ser.

 Nadie me molesta y a nadie molesto.

En la profundidad de las tinieblas entro sin dudar y con cada paso que doy de mas, mi deseo de salir se hace inexistente sin vacilar, haciéndome olvidar el recuerdo de mi realidad.


Historias de un hombre solitario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora