Volvía a sentir su tentador aroma, sus pálidos brazos sobre mis caderas y nuestras piernas entrelazadas, notándose la gran diferencia de estatura entre los dos. Después del pequeño espectáculo de ayer, como ya era costumbre, Pyotr me rogó para que durmiera a su lado. Se excusó que estaba demasiado afectada con lo sucedido, así que dormiría mejor junto a él.
Durante toda esa noche estuve pensando en la gran matanza y el descontrol de mis actos; aquel ser no era yo... Nunca antes había actuado de esa forma. Yo no tenía repulsión a la sangre en mis años de entrenamiento, pero ahora, más que repulsión, sentía todo lo contrario. Debía esclarecer mis pensamientos o sino ocurrirían peores cosas.
Miré hacia la alarma y marcaba las cuatro de la madrugada; en media hora nos levantarían para el entrenamiento de las mañanas, y tal vez me llamaría Viktor para una buena explicación sobre lo ocurrido con Dominique y los estúpidos motociclistas que se entrometieron en nuestros planes.
Me liberé de Pyotr y sigilosamente fui hasta el baño para una rápida ducha; cuando acabé, me di cuenta de la tontería que había hecho, no tenía ropa interior ni nada con qué cubrirme. En una esquina, se hallaba una enorme camiseta, de mi desordenado amigo. Me la puse y al salir, di con la sorpresa de que el bello durmiente ya estaba listo y bien arreglado.
-Lou, ¿Por qué...?—No terminó su pregunta pues sus ojos ya estaban fijados en mi delgado y empapado cuerpo.
-Mis ojos están aquí, Pyotr. —dije cubriéndome inconscientemente con mis brazos , observando cada torpe acto, producto de su nerviosismo.
-PE-per-dón...
-¿Me podrías traer algo de ropa? No quisiera que Viktor llegara y malinterpretara las cosas. —comenté irónicamente, a lo que él salió disparado de la habitación.
Regresó rápidamente con mi pedido, entregándome todo mientras alejaba su mirada avergonzado.
-Apresúrate y ve rápido al entrenamiento, hoy nos toca en el sótano 8; te estaré esperando. —y con estas palabras me dejó sola en la habitación.
Me cambié en menos de cinco minutos y, con el tiempo que me sobraba, guardé el arma de Pyotr, la cual estaba escondida bajo su cama, en uno de mis bolsillos.
Corrí hasta los ascensores, encontrándome con Colombine llorando desconsoladamente. Su llanto irreconocible, ojeras bajo sus dilatados ojos y su nariz roja, resaltando por su palidez. Era una de las pocas a quienes les dirigía la palabra. También nos conocimos desde muy pequeñas; sus padres eran parte de la fuerza superior en Zahira.
-Colombine, recuerda la canción... "Llorar, llorar, extraña sensación...Morir, Morir, la niña pereció...Quiso, quiso, calmar ya su dolor...Durmió, durmió, y ya no despertó". —repetí la canción que nos cantaban a todos los infantes en Zahira, perturbadora y nada emotiva.
-Él era diferente, Lulú...lo amaba...
-¿Podrías ser más específica?—pregunté sin entender.
-Dominique...--al mencionar su nombre, las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos; no había recordado que Colombine era novia de Dom desde hacía un año. Que irónico estar tan cerca del asesino de tu alma gemela.
-Es una pena que no se pudieran salvarlo.--dije ocultando el tono divertido de mi comentario. No entendía mi actitud, ¿por qué me comportaba como una vil perra en ese momento?
-Pero si tú estuviste ahí...--Colombine salto hacia mí, acorralándome contra el ascensor, con sus manos en mi cuello. Detrás de ese disfraz, vivía una fiera, llena de rencor y orgullo con unas inmensas ganas de matar. Era un hecho, nadie se salvaba de nuestro peculiar instinto animal.
-Igual de idiota que él. —Sus uñas se incrustaron más y más a mi garganta, dejando que mi sangre la manchara. Lo único que sentía en ese momento era confusión y un ser ajeno a mi cordura brotar a una velocidad insuperable.
-Tú....¿lo mataste, cierto? Maldita Zorr—Resonó un fuerte crujido cuando mis manos quebraron su cuello. Su cabeza colgaba ahora de su atlético cuerpo, y algunos coágulos salían de su boca.
-No lo maté, Colombine...lo hice sentir querido, le di el placer de ser un lienzo, mi lienzo...pero yo no guardo rencores, linda... ¿quieres gozar un poco de nuestro arte?
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Con amor, Lulú
رعبLou... ¿Inocente? ¿Atractiva? Con un hambre voraz... Ella nunca fue querida, Jamás amada, jamás tenida, Detrás de un sucio antifaz. Fue acogida en un hogar... Muy oscuro, con manchas rojas y un feo hedor de antigüedad Rencor y odio en su vida eran t...