- Emm... ¿Katie? -le dije riéndome-.
- ¡KATTY! No, es solo un amigo.
El chico se marchó a clase porque había tocado el timbre y nosotras fuimos después.
- ¿Quién era ese chico? -mirándo a Katie con cara de pequeña cotilla-.
- Lo conocí ayer y me ha robado el corazón. No puedo resistir a sus encantos. Estoy tan enamorada y me hace taaaaaan feliz -me respondía-.
- Cuéntame más sobre él.
- Pues se llama Harry, tiene 17 años, es muy muy guapo, es muy sexy y tiene otros 4 amigos con los que va siempre. ¡Alomejor alguno te interesa! -me decía entusiasmada-.
- No, no quiero ninguna relación ahora mismo. Entremos, que llegamos tarde.
¿Qué como me sentía ahora mismo? Bueno... Algo contenta porque es feliz, pero siempre algo o alguien tenía que destrozarlo. Entrabamos a clase, la profesora no había llegado todavía y Katie fue corriendo a sentarse junto a Harry.
- ¡BOMBA FUERA! -gritó una de las chicas que ni siquiera sabía su nombre-.
Yo estaba confundida, pero noté algo por la espalda y de repente algo viscoso por mi cabeza. Me toqué el pelo y era ¡UN HUEVO!
- ¡GALLINA! ¡PARDILLA! -eran las cosas que me retumbaban en las orejas-.
Salí corriendo llorando, no podía defenderme, no sabía que hacer. Entré al baño de chicas y me encerré en el lavabo a llorar. Escuché la puerta abrirse y una voz dulce empezó a hablarme.
- ¿Quién está aquí?
Estaba callada mientras me quitaba las lágrimas de los ojos, pero salto por el otro lavabo y estaba delante mío.
- ¿Qué quieres...? ¿Quién eres...?
- Quiero ayudarte -me dedicaba una sonrisa- Me llamo Angy, ¿y tú?
- Yo... Katty.
- Aver Katty -cogiendo un pañuelo y quitandome las lágrimas- Lo se todo y me pareces buena persona, tú tranquila.
Me sacó, me quito todo el huevo del pelo, me arregló y me llevó a clase. Ella se fue a su clase que era otra diferente. Me quedé toda la clase sin hablar con nadie y sin mirar a nadie, aunque todos parecían mirarme y reirse de mí. Cuando tocó el timbre, Katie estuvo con Harry y yo estaba sola. Angy no estaba, no sabía donde iba, no la conocía.
Yo estaba en el sitio de siempre, los chicos y chicas pasaban y siempre murmuraban.
- ¿La has visto? Parece un ogro y no te digo ya lo gorda que esta -murmuraban-.
- Jajajaja, es muy rarita y no tiene amigos.
Me largué y me senté en un banco, al otro lado los chicos se reían de mí.
- ¡LOCA! ¡GUARRA! ¡GORDA! -gritaban mientras yo estaba llorando por dentro-.
Me volví a ir y me senté en el cespéd. Las chicas volvían a pasar, parecía que me seguían.
- ¡TONTA! ¡FRACASADA! ¡FALSA!
- ¡EGOÍSTA! ¡LOCA! ¡ABURRIDA!
- ¡PUTA! ¡LESBIANA! ¡BISEXUAL!
- ¡FÁCIL! ¡EMO! ¡ANORÉXICA!
Yo moría. No me hartaba de llorar ahora mismo porque estaban todos delante, siempre me miraban, las palabras me dolían muchísimo y nadie estaba allí para consolarme. Solo repetían esas palabras, y daban vueltas y vueltas y vueltas en mi cabeza. ¡POR FAVOR QUE PARE! Me suplicaba a mí misma.
Volvió a sonar el timbre y entramos, volvían a mirarme mientras yo bajaba la cabeza y rezaba por irme a mi casa. ¡POR FAVOR, MATADME! ¡POR FAVOR, MATADME! ¡POR FAVOR, MATADME! Estaba encerrada en una prisión de sufrimiento seguido, no paraba y pensar que tenía que volver todos los días y ser el juguete de todos.
¡TIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIM! ¡TIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIM!
¡EL TIMBRE! Recogí como si me fuera la vida en ello y salí corriendo antes que todos mientras se me saltaban lágrimas de dolor y corría de los insultos y burlas de los compañeros.