Esta vez me levanté antes de que tocara el despertador, pasé por el espejo y ni me miré. No quería volver a mirarme más, parecía que cada vez que me miraba me hacía cosas que no quería hacer. Me vestí como siempre, luego fui al baño, levanté a mi hermana y nos puse el desayuno. Mi padre estaba otra vez con resaca.
- No me apetece desayunar -replicaba mi padre-.
- Te lo he preparado y tienes que comer -le respondía-.
- ¡QUE NO QUIERO! -gritaba mientras tiraba todo al suelo y se marchaba-.
- PUES TODO A LA MIERDA, ¡DÉJAME!
Recogí la mochila de mi hermana y cuando fui a la esquina, Katie no estaba. Bueno, llevaré sola otra vez a mi hermana.
- Adiós Katty.
- Adiós.
Los lazos con mi hermana se estaban marchitando, ella ya se hace una mujercita y me da pena que tenga que sufrir la adolescencia. Me puse la capucha y caminé hasta el instituto, donde todos ya estaban mirándome con cara rara y empezaban a reirse. Ya estabamos en clase y yo sentada al final, la profesora apenas me miraba pero el chico de ayer no paraba.
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En un papelito, le escribí una nota al chico:
- Deja de mirarme
Pero él ni caso, más me miraba.
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Tocó la sirena para el patio, volvía mi sufrimiento, todos estaban hablando de mí y ese chico extraño se acercó a mí y me dió un susto por la espalda.
- ¡HEY! -le grité- Me has asustado.
- Esa era mi misión -se reía-.
- ¿Qué quieres? -le preguntaba mientras miraba al suelo-.
- Nada, por cierto, me llamo Liam.
- Vete, te llamarán bicho raro por estar conmigo.
- No seas maleducada, dime tu nombre -me agarraba la mano-.
- Me llamo Katty -me apartaba a un lado y le soltaba-.
- Encantado, Katty. Me voy, espero que nos veamos más -con una sonrisa me volvía a dar un beso en la mejilla y se fue-.
¿Qué quiere este chico? Es muy extraño. Me preguntaba a mí misma. Katie seguía sin aparecer, no sé... Voy a llamarla.
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El teléfono al que llama está apagado o fuera de cobertura, por favor, deje su mensaje después de oír la señal -
- ¿Katie? Llámame.
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Alguien me tocó la espalda y era Angy.
- Hola Angy -le dediqué una sonrisa-.
- Hola, ¿qué tal?
- Bueno... regular, ¿y tú?
- Bien, ¿cómo que regular? -preguntaba con intriga-.
- Ya te contaré -toca el timbre- Vámonos.
Estube otras horas más de sufrimiento mientras se reían de mi yo escribía papeles, con todos los insultos que me iban diciendo. La clase pasó lenta y lenta, cuando el timbre tocó, las chicas tan ''majas'' en sarcasmo para el que no lo sepa, se levantaron y me tiraron todo lo de la mesa al suelo.
- Gorda asquerosa.
Todas se reían mientras que yo no estaba por pegarle un puñetazo pero no podía. Salí llorando sin que nadie me viera y por el camino Angy me acompañó a mi casa.
- Tranquila Katty -me decía-.
- Si esque no puedo... Es mucho, me he cansado -llorando-.
- Pero así se ríen más de tí.
- ¿Y que quieres? ¿Qué les pegue? ¿Qué me ponga a llorar delante de ellas a decirles que paren? -suspiraba y le gritaba-.
- No te pongas así Katty.
- ¡TÚ NO SABES LO QUE ES SER YO!
Me fui sin despedirme y ella se quedó allí, no entendía porque estaba tan quieta cuando me iba pero me daba igual.