cinco.

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Mi padre deja el cuchillo en el fregadero y se gira para señalarme con un dedo.

- Tú. Pon la mesa. Ahora.

Se lava las manos bajo el grifo y se las secas en el delantal que lleva atado en la cintura. Sonrío y me descuelgo la mochila de mi hombro derecho.

- Tenía la esperanza de que me dijeras que me sentara cómodamente mientras me servías la comida.

Paso a mi padre por detrás y abro el armario de los platos.

- Algún día, pero ten por seguro que será al revés. Tendrás que cuidar de tu viejo padre. - Siento la sonrisa en su voz. - Platos hondos. Hay alubias.

Saco los platos que me dice y los sujeto contra mi pecho mientras cierro el armario.

- No estés tan seguro. - Pongo los platos en la mesa y saco los cubiertos. - Cuando comiences a chochear te meteré de cabeza en una residencia. - Le apunto con el tenedor - Así que disfruta de tus años de libertad.

Mi padre se ríe y niega con la cabeza mientras deja una fuente de ensalada en medio de la mesa.

- Me siento como un animal doméstico.

Coloca la jarra de agua mientras yo coloco los vasos a cada lado. Nos sentamos y apoyo mi mejilla en mi mano esperando a que nos sirva a cada uno.

- Ahora dejemos de hablar de mi futuro y hablemos del tuyo. Dime las notas. - Da un trago de agua de su vaso y veo como su nuez trabaja. Sube y baja.

- ¿Qué dirías si te digo que no se aún las notas? - Sonrío y remuevo el cocido con mi cuchara. - Además, ¿qué tiene que ver mi futuro con mis notas?

Mi sonrisa se ensancha.

- Diría que quieres atrasar lo inevitable. Y respecto a tu futuro, viendo lo que me acabas de decir, sinceramente no sé si quiero ver las notas. - Niega con la cabeza mientras que en sus labios se forma una sonrisa. - Mi vista ha empeorado desde que empezaste la secundaria, y ahora que has empezado bachiller, sinceramente no quiero arriesgarme. Aprecio mi vista.

Sonríe y prueba el cocido. Le imito, salvo que mi cuchara se queda a la mitad del camino.

- No he suspendido ninguna. Tranquilo. - Llevo las alubias a mi boca.

Noto que sus hombros se relajan. Pensaba que no iba a aprobar todas. Mastico la comida e intentando saborearla, pero no puedo, no saben a nada, el sabor de la decepción.

Decepción al pensar que mi padre se esperaba menos de mí.


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