Conocerla.

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[CAROLINE]

Los rayos del día comenzaban a entrar por mi ventana, estampándose en mi cara. Haciendo que mis ojos se abrieran poco a poco. Comencé a visualizar el ambiente. La habitación estaba tranquila. Impecable. Había limpiado el ugar en la noche para no perder tiempo en la mañana, y llegar temprano a trabajar. Tomé fuerzas, y decidí levantarme de la cama. Eran las 6:30 am. Bostecé un poco, tomé mi vata y me coloqué mis pantunflas en los pies. 

Bajé las escaleras hacia la cocina, y tomé un poco de café con unas galletas. Tenía hambre. Hambre de verdad. Fuí a la nevera, y tomé una bolsa de sangre. Quité el tapón, y la tomé directo del empaque. Una vez satisfecha, subí de nuevo a mi habitación.

*15 minutos después*

Sacudí mi cabello mojado con la toalla. Lo sequé un poco con mi secadora, y después lo planché. Hice una coleta sencilla, dejando un poco de cabellos sueltos por frente. Coloqué mi blazer negro sobre mi blusa blanca amarilla. Tomé mi bolso, y me aseguré de que tuviera todo: teléfono, llaves, maquillaje, etc.

Bajé las escaleras y salí de casa. Subí a mi auto, y comencé a conducir hacia el trabajo.

Mi teléfono comenzó a sonar. Lo saqué de la bolsa. Klaus. Mi cara cambió a sorprendida. Detuve el auto en la orilla de la calle, pues no habían muchos carros. No quería contestar. Es decir, tenía dos semanas sin hablar con él. Pero al final terminé contestando.

-¿Hola?-Soné tímida. Rayos, me lamenté a mí misma por el hecho de parecer tímida ante él.

-Caroline. ¿Cómo estás, querida?-Sonó muy tranquilo. Su voz se escuchaba sensual. Dios, tranquilízate, Caroline

-¿Klaus? Reconocería esas palabras en cualquier parte del mundo.-¡Oh vamos! ¿No pude decir alguna otra cosa más estúpida?

-¿Eso es un halago?-Fingió sorpresía.

-No, no lo es. A todo eso, ¿qué es lo que necesitas?-Corté el tema de raíz.

-Ah, cierto. Bueno, como sabrás, tengo una hija recién recuperada, gracias a tí. Ella aún no sabe quién es la bondadosa alma que se apiadó de su frágil cuerpo, y la ayudó. Y como imaginarás, es una niña buena, así que no ha dejado de insistirme en que quiere conocerte.-Soltó lo último con un pequeño bufido. Como si le costara decírmelo.

-Oh, wow. Amm, me parece genial, me encantaría conocerla también. ¿Cuándo nos vemos?-

-¿Tienes tiempo hoy?-

-Am, claro. Podría ahorita en la mañana, aún me queda tiempo para llegar al trabajo.-Dije mirando mi reloj.

-Perfecto. Te vemos a las 8:15 am, en el café de la calle Bourbon-.

-Claro, llego en un momento.-Colgué el teléfono.

Oh, diablos, tenía una cita con la hija de Klaus Mikaelson, genial. Aunque, ciertamente quería conocerla. Observar su carácter. Qué tanto puede llegar a parecerse a Klaus. 
Giré en la próxima calle, directo al café. 

Diez minutos después, llegué. Me estacioné fuera del lugar, y antes de bajarme pude notar que ya estaban ahí. Sentados juntos en la mesa junto a la ventana. Intenté escuchar lo que decían, sin embargo era inútil. Había algo raro, pensé. Salí del auto, y entré al café. Cuando la campanilla de la puerta sonó, Klaus dirigió su mirada hacia mí, y alcancé a visualizar un "está aquí" en sus labios. La niña giró su cabeza, y posó sus ojos sobre mí. 

Me quedé impresionada al verla. Era muy hermosa. Cuando la ví hace una semana estaba enlodada y ensangrentada, y aún en ése estado me había llevado una gran impresión al verla. 
Su cabello era un tono castaño-rubio en un estado de planchado. Sus ojos eran azules profundos y grisosos. Su naríz apuntaba más hacia Hayley. Su boca era pequeña y delicada, con un pequeño tono rosado sobre ellos. Era muy hermosa.

Resistiendo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora