DADIVAN © [EDITANDO]

29/12/11

Querido amigo,

Tras el traumante suceso o mejor dicho las traumantes mentiras de los policías estuve si no fue toda la noche por lo menos si la gran mayoría de está pensando acerca de si lo que habíamos vivido era toda una mentira, si era posible que mi mente me jugara una mala pasado, si era una bitácora de mi imaginación o incluso si estaba alucinando, pero entre más pensaba más me convencía de que era real, más real de lo que me gustaría.

Con mi familia no hable en todo el día, escasamente dí los buenas días y las gracias por el delicioso desayuno que hicieron para luego tomar el plato y saborearlo en mi cuarto.

Al llegar la noche las cosas fueron diferentes, o mejor dicho igual a antes. Antes de las siete yo ya estaba entre mis cobijas pasando por todos los canales en busca de una buena peli, sin más preámbulos paré en un programa de muñequitos, en Adventure Time, esperaba al menos terminar de ver el corto capítulo pero para mi sorpresa fue como si alguien me hubiera noqueado; en sólo un par de segundos terminé profundamente clavada en la cómoda almohada.

Tal cual como en película de terror, algo o mejor dicho alguien empezó a jalarme la sabana, pero fue hasta que mi torso quedó descubierto cuando me di cuenta de lo que sucedió, abrí los ojos con extrañeza y con la pereza que aún habitaba en mi pequeño cuerpo especialmente en mis párpado y noté una sombra a mi costado, traté de enfocar mi visión y detallé un cuerpo, era un mujer de bastante edad, su cabello largo y blanco lo denotaba, estaba de espaldas y en cuclillas como si estuviera rezando o algo por el estilo, sus manos estaban sobre mi baúl y para mi sorpresa reposando en su regazo pude observar un dibujo hecho por un niño de no más de tres años, en el se veía cinco personitas con manchas de sangre en su ropa y sus caras, sus piernas y brazos estaban hechos con líneas y algunos ni siquiera tenían sus partes completas, en el fondo había una casa y en el cielo en vez de un sol, nubes blancas y fondo azul, se observaba negro y en letras rojas y un poco difíciles de leer más no imposible la palabra DADIVAN.

Mi mente y ojos estaban en el dibujo por lo que no me dí cuenta cuando la señora volteó su cabeza 180° y me mostraba sus oscuros y definitivamente demoníacos huecos que tenía como ojos, mi piel se erizó y mi alma se separó de mi cuerpo tratando de escapar de la situación que presenciaba.

Mi respiración cada vez más seguida y entrecortada demostraban mis miedos a punto de estallar y tras unos instantes simplemente la señora se convirtió en una mancha negra sin forma razonable y salió de mi habitación por el aire.

Trate de seguirla con las pocas agallas que aún me quedaban irónicamente tome una camándula que mi tía había olvidado en la mesa del hall amarrándola en mi muñeca y me dirigí en su búsqueda sin embargo no la volví a ver por ningún lado, como por arte de magia desapareció a la luz de la luna.

¡Lo sabía! Ellos existen, no es fruto de mi imaginación, deberán disculparse los oficiales por sus faltas y tontas acusaciones.

Empecé a oler fuertemente un cuero quemado combinado con un profundo y hostigante olor a alcohol etílico y en menos de dos segundos quedé en un sueño profundo del cual aun no tengo presente cuanto tiempo duro.

Pero al despertar vi una sombra de un hombre grande y corpulento acercándose al cuarto de mis padres que tenía la puerta entreabierta, al momento de verla entrar mis padres empezaron a gritar no era un grito de miedo incluso de susto, era unos grandes grito de dolor acompañados de súplicas porque no los mataran.

—¡Por favor amor, no me lastimes, no me mates! —bramaba mi madre

—¡Cariño! ¡No lo hagas! —Gruñía mi padre

Algo así alcanzaba a escuchar desde la sala donde horas antes había quedado totalmente desmayada.

Lo vi acercarse a mí, no podía detallar su rostro, era molestamente borroso para mi vista, pero podía observar sus manos como filosos cuchillos, asustada temía que no me hiciera daño y tras unos minutos llenos de horrorosos gritos escuché el sonido de un carro de policía parqueado al frente de mi casa.

¡Gracias a Dios! y la sombra desapareció...