Capítulo 15

90 6 0
                                    

Los siguientes tres días Misaki solo sonreía, quería hacerle sentir a Shiro que no estaba triste para que él también se animara, pero hacía un sobrehumano esfuerzo por no llorar en algunos momentos... aunque en la noche, cuando ya todos estaban dormidos, lloraba en su habitación en silencio, expulsado lo que en el día no podía.

Shiro estaba deprimido, claro, pero de alguna manera y aunque sabía que solo era por subirle el ánimo, la alegría de Misaki lo alentaba a disfrutar de los momentos que les quedaban juntos y fantasear con el futuro incierto.

Las primeras dos semanas pasaron rápido, visitabas parques, iban a caminar, a comer helado y cosas que no afectaran mucho la salud de Shiro, como hacer deporte. La última semana fue la más dolorosa para ambos. El lunes, Misaki, al ver que la maestra entró con Shiro con ropa de calle y le dijo que se despidiera se le calló el alma a los pies. El resto de curso no sería lo mismo si el chico que miraba su cabello y era bueno con las matemáticas ya no estaba. Lo que quedó de semana, Shiro se la pasó organizando cosas con sus padres, papeles, para poder salir del país, así que Misaki no pudo hablar mucho con él.

Aquel sábado de verano, en el atardecer, Shiro se despidió de Misaki entre lágrimas y promesas que en el futuro cumpliría. Aquel chico que al principio ignoraba se había vuelto una parte muy importante de su vida, su primer amor, su mejor amigo, una persona que nunca podría olvidar. En aquel avión iba una parte importante de su vida.

Shiro no se sentía diferente, había dejado atrás a una persona muy importante. Aquella chica seria que siempre admiró, tan inteligente, tan bella, tan única. Sin duda la echaría de menos y soñaría cada noche con un futuro junto a ella. ¿Cómo se verían ambos en 5 años? Sin duda ella se vería hermosa. Pero, algo de miedo se escondía en los corazones de cada uno. Las personas cambian con el tiempo, conocen nuevas personas, experimentan nuevos sentimientos y era muy probable que conocieran otras personas igual o más importantes que el otro, pero una promesa les calmaba, una promesa hecha en el último instante:

- "Prometo regresar"

-"Prometo esperarte"

 Acto seguido se abrazaron y el chico se dirigió al avión. Viéndolo despegar, Misaki se despide con la mano mientras llora...

¿Qué será del futuro?



El Diario de una KuudereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora