Me desesperaba no saber su nombre. Me desesperaba conocer su cuerpo, varios de sus rincones y su boca, pero no conocer nada de ella. Ni siquiera su nombre.
Necesitaba llamarla de alguna manera en mi mente, y no podía seguir siendo "Ella". No, era mucho más importante que eso, se merecía un nombre.
Le puse Serena. Serena porque parece ser la calma misma, la tranquilidad en persona, sin problemas ni complicaciones.
La busqué la noche siguiente, y no la encontré. Sabía que no tenía que darme falsas esperanzas, pero fue inevitable. Cuando no la vi entrar a la hora de siempre, sentí mi cara desfigurarse a una mueca triste.
Desilusión, así se llama. Siempre solía desilusionar a los que me amaban. Por primera vez entendí el mal que les había hecho.
Así fue por una semana. Desilusión tras desilusión, puerta cerrada tras puerta cerrada, hora solo tras hora solo.
Hasta que apareció. Como no verla? No voy a decir que la habitación se iluminó cuando ella entró. Pero seguro que mi cara lo hizo.
Tropezando como la primera vez que la vi, con los rulos de acá para allá.
Y me miró. Me miró estupefacta y dejó de sonreír.
Negó con la cabeza, y salió del bar.
Les juro, amigos, que mi alma tocó mis pies.-Aqua James

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Vodka con fresas
RomanceUna historia de amor ciego y tormentoso entre polos opuestos .