Cuando Ingrid se convirtió en la reina de Arendelle, lo primero que hizo fue levantar unos grandiosos muros de hielo alrededor de su reino, exceptuando el mar, para que nadie sin su permiso pudiera huir de allí. Después nombró a varias personas para que se encargaran de vigilar la costa y de avisarla de todo lo que vieran fuera de lo normal. Cuando vio que lo más importante ya estaba hecho, respiró profundamente y salió a la terraza, encontrándose a todos los habitantes a sus pies.
"Espero no tener que repetir esto. Soy vuestra nueva reina y como tal debéis de respetarme y obedecerme, ¿ha quedado claro? Todo acto de desobediencia será eliminada." Todos se miraron entre sí, atemorizados por la nueva reina. Ingrid sonrió de lado y se retiró a sus aposentos, sacando de sus bolsillos el pergamino que le otorgó aquel mago, ¿sería de verdad o tan solo es un escrito sin ningún valor? Esperaba que fuera verdad, ya había pasado demasiado tiempo de su vida sola, y ahora que es reina, eso debe cambiar. Volvió a guardar el pergamino y fue a una habitación del castillo, encontrándose a los antiguos reyes convertidos en estatuas de hielo. Sonrió de lado y los guardó dentro del armario, para que nadie pudiera verlos.
"No tengo nada en vuestra contra, pero era necesario que acabarais así." Respiró profundamente y al salir de la habitación la congeló, impidiendo que así cualquier curioso pudiese entrar. Cuando fue a su habitación se encontró con Rumpelstiltski, con el que se suponía que iba a entregar el sombrero.
"Qué mal te sienta la corona, querida."
"Lo siento, pero él me es más de fiar que tú."
"Te has equivocado al haber confiado en él, ¿te recuerdo que soy The Dark One?" Ingrid gruñó por lo bajo. "Bueno, espero que sepas lo que supone eso." Por arte de magia hizo que el pergamino de Ingrid estuviera en manos del brujo. Ingrid fue a atacarle, pero éste lo impidió, creando una barrera. "El amor es debilidad, deberías de saber eso." Pasó la otra mano por encima del pergamino, emanando una luz oscura.
"¿¡Qué estás haciendo?!"
"Recuerda que es culpa tuya. Cuando tu amor verdadero y tú estéis completamente enamoradas, algo hará que os separéis." Le tiró el diploma al suelo y desapareció de allí, soltando varias carcajadas. Ingrid cogió el pergamino y lo abrazó con fuerza, notando como por dentro de ella recorría odio por completo hacia Rumpelstiltski. Se levantó del suelo y se teletransportó a la casa del guardián del sombrero. Éste, al ver dentro de sus ojos, comprendió para lo que había ido a verle.
"No puedo anular ese hechizo, pero puedo evitar que eso pase."
"Más te vale, o puedes ir despidiéndote de tu querido sombrero." El guardián soltó un suspiro y sacó de sus bolsillos dos lazos amarillos. "El momento en el que te reúnas con ella, debes de ponerte tú uno y ella el otro. En el momento de que ambas estéis enamoradas y una de las dos se lo quite, Rumpelstiltski se la llevará." Ingrid los cogió y respiró profundamente.
"¿Y cómo sabré que es la indicada?"
"Porque cuando la veas lo sentirás en tu corazón." Ingrid volvió a su castillo y fue directamente a la cama, sonriendo de que por fin había conseguido ser la reina.
Cuando pasó varios años del reinado de Ingrid, hubo una noche que todo cambió. En una noche hubo una gran tormenta, donde un barco se encontraba en mitad del mar. Todos ponían de su parte para que el barco sobreviviera a las duras olas, aunque, cuando un gran trueno cayó, hizo que se partiera en dos y todos cayeran al agua. Las olas se volvieron todavía más violentas, llevándose a varias personas a su antojo, acabando todos ellos en distintas partes del mundo. Una de ellas, tras haberse quedado inconsciente por el frío de las olas, acabó en Arendelle. De buena madrugada, los que se encargaban de vigilar la Costa se encontraron a una chica tiritando en el suelo. Rápidamente fueron a por ella y al verla muy pálida la cogieron en brazos y la llevaron a la caseta para que pudiera entrar en calor. Le pusieron varias mantas encima y encendieron la chimenea. Después se miraron los 4 entre sí.
"¿Deberíamos informar a la reina? Ya sabéis lo que dijo de eso."
"Somos conscientes de ello, está esperando a que esa chica aparezca por el mar, y hay posibilidades de que sea ésta, pero es muy cruel, no podemos hacer eso."
"¿Y si nos descubre?" Ahí hubo un incómodo silencio entre ellos, pero cuando uno miró por la ventana que la reina estaba caminando por la Costa, ocultaron a la chica debajo de la cama, y a los pocos minutos entró la reina, mirando a todos por encima del hombro.
"¿Alguna novedad?"
"Ninguna, su majestad." Ingrid miró la caseta de arriba a abajo, notando que había algo extraño. Ladeó la cabeza y caminó por la casa. "Hay algo diferente aquí, ¿ocultáis algo?" Los cuatro se miraron entre sí y negaron con la cabeza. Ingrid respiró profundamente, caminando hacia ellos. "¿Estáis seguros de que queréis desafiarme?" Se puso delante de uno y le sacó el corazón , aplastándolo poco a poco. "Comienza a hablar."
"¡H-hemos rescatado una chica del mar!" La cara de Ingrid cambió por completo y aplastó por completo el corazón.
"¿Dónde está?"
"Debajo de la cama?" Ingrid se arrodilló y al ver algo extraño puso la mano, notando debajo de tanta manta la mano helada de alguien. Sacó de ahí a la chica y al notarla helada la abrazó con ternura, sonriendo de oreja a oreja. Se levantó y lanzó una mirada helada a los demás.
"Que sea la última vez que me mentís a la cara." Se teletransportó a su casa y tumbó a la chica en la cama, notando como aún tiritaba de frío. Pasó una mano por encima suya, haciendo que el frío poco a poco desapareciera. Se llevó una mano al pecho, notando algo que no había sentido jamás. "Bienvenida a casa, querida." Pasada la hora, la chica poco a poco comenzó a abrir los ojos, viendo todavía algo borroso. Ingrid sonrió y le acarició el brazo.
"¿D-dónde estoy?"
"Estás en Arendelle. Soy Ingrid, la reina. ¿Recuerdas cómo has llegado aquí?" La chica de incorporó de la cama, masajeándose la cabeza.
"Recuerdo que estaba en un barco y en esa noche había tormenta y.. Lo último que recuerdo era estar agarrada a un trozo de madera, siendo arrastrada por las olas."
"Debiste de haberlo pasado mal, pero tranquila, ya estás a salvo." Ingrid fue a acariciarle la mejilla, pero la otra se apartó. "¿Cómo te llamas?"
"Miriam."
"Encantada de conocerte. Espero que nos llevemos bien, ya que vamos a vivir juntas."
"¿Disculpa?"
"No puedo explicártelo aún, pero tú y yo vamos a ser inseparables." Ingrid se mordió el labio, conteniéndose. Vio que Miriam iba a salir corriendo, así que le lanzó un hechizo, haciendo que cayera dormida. Ingrid se puso el lazo amarillo y después puso el otro lazo a la chica, lanzando un pequeño hechizo para que no pueda quitárselo durante un tiempo.
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The SnowQueen and her love
FanfictionEn un reino muy lejano llamado Arendelle había una chica, llamada Ingrid, que tenía el don de controlar el hielo y la nieve a su merced. Su sueño de toda la vida era llegar a ser reina, pero al no estar en el linaje real, era imposible. Pero todo ca...