La reina no podía estar más feliz, hacía demasiados años que deseaba estar con alguien así, y finalmente, después de mucho sufrimiento y sacrificio, lo había conseguido. Cierto es que todavía no se había ganado su corazón, pero no le importaba esperar, con tal que fuera a su lado. La rubia acercó más aún su nariz, pudiendo así poder oler su pelo, su fragancia. Después, acercó sus labios a su oído, para susurrarle.
"Hoy a la noche tiene lugar una fiesta, en honor al invierno. Debemos de acudir junto a todos los habitantes a una gran cena." Miriam la miró fijamente a los ojos.
"Cuéntame más sobre esa fiesta."
"Como ya he mencionado, se celebra en honor al invierno. Todos los habitantes deben traer algo de comida para compartirla. Nosotras deberemos de sentarnos en una mesa a parte, mientras que los demás compartirán la misma mesa." La chica alzó una ceja.
"¿Y por qué no estamos sentadas con los demás?"
"Nunca he sabido.. Conectar con los demás, me odian. ¿Por qué iba a querer sentarme con ellos?" Miriam soltó un suspiro y dio varias caricias a las mejillas de la reina.
"¿Y por qué te odian?" Ingrid, al oír la pregunta, sonrió de lado y negó con la cabeza.
"En un futuro tal vez te lo diga." La reina besó la mano de la contraria y la abrazó con ternura.
"Tengo otra pregunta, si no te importa..."
"Adelante, querida."
"Me he fijado que hay una sala con las puertas totalmente congeladas, ¿puedo saber el por qué?" La cara de Ingrid cambió por completo, quedando seria.
"Bajo ningún concepto vuelvas a preguntarme eso, y jamás intentes entrar, o de lo contrario te arrepentirás, ¿soy clara?" Miriam asintió con la cabeza, sintiéndose culpable.
"Lo siento, su Majestad."
"Espero que no saques el tema nunca más. Y ahora..." La reina respiró profundamente, antes de continuar hablando. "Debemos arreglarnos para después, así que mejor empecemos ya." Se levantaron de la cama y su Majestad fue al armario, sacando de él dos vestidos largos, con palabra de honor, blancos como la nieve. Ambas se pusieron el vestido correspondiente y la reina hizo que la chica se sentara delante del espejo. Ingrid besó varias veces el cuello de la contraria y le puso un collar, con un copo de nieve justo en el medio. "Querida, estás realmente preciosa."
"Al igual que vos." Ambas se miraron fijamente, haciendo que poco a poco hubiera menos distancia de separación entre sus labios. Cuando estuvieron a punto de besarse, Miriam se apartó, completamente roja. "Ya es casi de noche, nos estarán esperando."
"Sí, claro..." Ingrid soltó un suspiro y cogió la mano de la otra, entrelazando sus dedos. Antes de salir se pusieron sus capas y salieron del castillo, caminando hacia el centro de Arendelle. Al llegar se sentaron en su sitio e Ingrid alzó la copa de vino, proponiendo un brindis. "Queridos habitantes del pueblo de Arendelle, muchas gracias por vuestra asistencia a este día tan importante del año. Como todos sabéis, celebramos el invierno, y para ello, siempre se organiza una cena para todos. Espero que disfrutéis de la velada." Dio comienzo el banquete, y en la mesa de los habitantes se oía como la gente reía y disfrutaba de la velada, mientras que en la mesa de Ingrid, apenas hablaban entre sí.
"Me alegro de estar aquí contigo, Ingrid." La rubia alzó ambas cejas ante tal confesión, que no hizo más que dejarla confusa.
"¿Y eso?"
"Si desde que eres la reina de aquí has celebrado esto así... Debes haberlo pasado mal en este tipo de celebraciones. Estando yo aquí al menos tienes a alguien a tu lado. El pensar que has tenido que estar tanto tiempo sola, yo..."
"Estaba acostumbrada a estar sola, pero contigo aquí me siento feliz y acompañada." La reina no pudo evitar emocionarse ante sus palabras y se acercó a la otra, comenzando a acariciar sus muslos. Miriam se puso completamente roja y agachó la cabeza.
"No seas tímida, querida."
"Estamos delante de gente, su Majestad..."
"Entonces lo dejamos para.. Cuando estemos en los aposentos." Varios habitantes comenzaron a tocar guitarras, para que la gente que quisiera bailara. La reina cogió la mano de la otra y la arrastró a la pista de baile. Se cogieron de las manos, juntaron las frentes y comenzaron a bailar, siguiendo el compás de la música. "Querida, ¿tú crees que llegaré a ganarme tu corazón?" Miriam respiró profundamente.
"Es posible que sí, majestad." Ingrid sonrió de corazón y pasó los brazos por su cadera, no quería separarse de ella bajo ninguna circunstancia. A medida que pasaba el rato, más gente se decidía a bailar en pareja, mientras que los niños correteaban y jugaban. Fue un festival muy animado y alegre.
Llegadas las campanadas de medianoche, Ingrid lo recogió todo con su magia y cada persona se fue a su casa. La reina y Miriam llegaron a sus aposentos, aunque la última completamente helada. Ingrid, no queriendo dejar escapar la ocasión, le quitó la capa e hizo que se sentara en su regazo, para así darle calor. Miriam sonrió de oreja a oreja y dio un beso a su reina en el cuello, haciendo que se estremeciera poco a poco. 'Después de todo, tal vez no sea tan malo estar aquí con ella.' Pensó Miriam. Ingrid, al verla sonreír de corazón, no pudo evitar sonreír también. Ambas se tumbaron en la cama, mirándose fijamente a los ojos.
"¿Eres feliz en estos momentos, Miriam?" Miriam se sonrojó levemente al oír su pregunta. La chica se armó de valor y decidió darle un beso en los labios de la otra. A los pocos segundos lo rompió, estaba muerta de vergüenza. La reina soltó una lágrima y correspondió al beso, llevando las manos a sus mejillas. El beso era algo torpe, ya que Miriam jamás había besado a nadie, pero a Ingrid no le importaba lo más mínimo. Solo podía pensar en que finalmente se habían besado, con cariño. Cuando empezaba a faltar el aire cortaron el beso, dejando un hilo de saliva.
"¿Responde el beso a tu pregunta?"
"Y tanto que sí, querida. Te prometo que seremos felices las dos juntas."
"Estoy convencida de ello." Miriam se acurrucó a la reina, quedándose al poco dormida. Ingrid acariciaba con ternura la cabeza de la otra, todavía sin poder creer que finalmente se besaron. Ya casi durmiendo, le pareció ver a alguien en la ventana.
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The SnowQueen and her love
Fiksi PenggemarEn un reino muy lejano llamado Arendelle había una chica, llamada Ingrid, que tenía el don de controlar el hielo y la nieve a su merced. Su sueño de toda la vida era llegar a ser reina, pero al no estar en el linaje real, era imposible. Pero todo ca...