Castillo de hielo

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Varios días pasaron desde que Rumpelstiltski dejó las cosas claras, que era lo que quería, pero sobretodo, a quien quería. Pero el motivo seguía siendo un misterio para ellas dos. Todo les traía de cabeza, querían saber qué tramaba, pero habían más cosas por las que preocuparse, como es el poblado de Arendelle. Aunque Ingrid haya lanzado el hechizo para que no hubiera una rebelión, la gente del pueblo seguía sin confiar en su reina, pero ocurría lo contrario con Miriam. La consideraban digna del trono, es atenta con todos, amable, pero con las ideas bien formadas. La reina, consciente de la situación imperial, debía de tomar cartas sobre el asunto, así que decidió ir a hacer visitas a las diferentes partes del pueblo y puntos de interés, para hacerles cambiar de opinión.
El primer lugar al que fueron tanto la reina como la princesa fue al colegio, Ingrid fue a hablar con los profesores, y Miriam, aprovechando que estaba sola esperando, buscó la clase de Henry. Al entrar el chico fue a abrazarla con ternura, a lo que la chica correspondió, con una gran sonrisa.
"¡Hola chicos! Venía a ver qué hacíais y si queríais jugar a algo."
"¡Léenos un cuento!" Dijo uno de los niños, y todos le apoyaron. Movieron las mesas, dejando un gran espacio en el medio de la clase. Miriam se sentó justo en el centro, siendo segundos después rodeada de niños y niñas, deseosos de escuchar alguna fascinante historia. Henry contó a sus compañeros que Miriam era buena persona, es por eso que todos deseaban oírla leer. Un niño le entregó un libro de aventuras sobre antiguos descendientes del reino. La princesa se aclaró la garganta y comenzó a leer, notando la atenta mirada de los niños, prestando atención a todo lo que decía.
A mitad del libro, Ingrid junto a la profesora entraron a la clase, sonriendo levemente ante la situación.
"Lo siento niños, pero deben partir." Todos se negaron y se abrazaron a Miriam, haciendo que se tumbe en el suelo.
"¡Prometo volver a continuar con la historia!" Los niños sonrieron y se levantaron, y acto seguido la chica. Miriam hizo una reverencia delante de todos y cogió la mano de su reina, tomando así el camino al castillo. "¿Cómo ha ido la cosa?"
"Creo que bien, he suavizado la situación con el colegio y he llegado a varios acuerdos, y si añadimos tu actuación con los niños..."
"Los niños han sido un encanto, y además he aprendido un poco de la historia de Arendelle."
"La historia es muy interesante, eso te lo puedo asegurar."
"Me la podrías enseñar algún día."
"Con mucho gusto." Entraron en el salón y se pusieron delante de la chimenea, para entrar un poco en calor. "¿Crees que podré ganarme su confianza?"
"Con paciencia y cariño todo se puede conseguir." Se dieron un beso en los labios, con mucha ternura. "Sólo quiero saber algo, ¿por qué te tienen tanto odio?" Ingrid respiró profundamente, pensando que decirle sin contarle la parte de congelar a los antiguos reyes.
"Digamos que la manera en la que accedí a ser reina no fue la más... Idónea, congelé a varias personas.. No tengo el pasado muy limpio. Pero contigo a mi lado sé que puedo a mejor." Se miraron fijamente, con una pequeña sonrisa en los labios. "Hay un lugar que me gustaría enseñarte, pero tardaremos en llegar, ¿te sientes preparada?"
"Siempre y cuando esté a tu lado lo estaré." Volvieron a besarse y prepararon lo necesario para el pequeño viaje. En estar todo listo subieron al carruaje y partieron. "¿A dónde nos dirigimos, mi reina?"
"Es un secreto que nadie sabe exceptuando yo y mis guardas más leales. Es un lugar donde una gran parte de mi vida está ahí, y me gustaría compartirlo contigo."
"Gracias por querer hacerlo." Miriam apoyó la cabeza en las piernas de su reina, comenzando a darle pequeños besos. La chica se quedó al poco dormida, con una pequeña sonrisa en la cara.
Cuando llegaron la reina puso las manos en los ojos de la contraria, para que no viera su sorpresas. Miriam sonrió levemente y ambas fueron caminando sobre un montón de nieve, notando de vez en cuando alguna dificultad para caminar. En llegar a una especie de escaleras, Ingrid apartó las manos, haciendo que Miriam viera un enorme castillo de hielo escondido entre las montañas.
"¿Te gusta? Lo hice yo cuando acepté mis poderes."
"Es increíble, y precioso." Se cogieron de la mano y subieron las escaleras de hielo. Entraron al castillo y Miriam vio que todo estaba preparado para su llegada. Había una mesa con velas aromáticas , una botella de vino y una sala de baile. Se miraron a los ojos, deseando de besarse. Cada vez iban acercando más los labios, hasta que no pudieron aguantar más y se besaron, con pasión. La reina arrinconó a la otra contra la pared, para que no pudiera huir de ella. Después se arrodilló ante ella y metió la cabeza dentro del vestido, para así poder besar el cuerpo de su princesa. Miriam estaba completamente roja, y dudaba si actuar o dejarse llevar por su reina.
"Sé que nunca has vivido esto, pero debes dejarte llevar." Salió del vestido y cogió la mano de su amada, guiándola a la sala de baile. Se pusieron en el centro y comenzaron a bailar, estando lo más juntas posible.

The SnowQueen and her loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora