Capítulo 11: Sólo tu y yo.

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ADVERTENCIA: Esta es la primera vez que escribo lemon gay, así que quiero cero comentarios ofensivos o burlas de cualquier tipo a lo que escribí en este capítulo. No soy experta con esto de hacer lemon, pero hice lo mejor pude. Sin más a leer.


Yugi jadeó al sentir los tibios labios de Atem besar su cuello mientras pasaba su lengua en toda la parte del cuello dejándole severas marcas rojas que más tarde se volverían moradas. Yugi recorría toda la espalda de Atem, que seguía cubierta por la camisa negra sin mangas que traía puesta, decidió quitársela inmediatamente sintiendo una enorme necesidad de ver su torso desnudo.

Atem con una sonrisa pícara lo ayudo a quitársela rápidamente, dejando al descubierto su bien formado torso, no cabía duda que su amado faraón tenía un cuerpo bien formado. Con sus manos toco desde su pecho trazando un camino con este, Atem al sentir su toque se tensó pero se relajo al instante, mirando con una sonrisa amorosa a su amada luz como admiraba su bien formado cuerpo.

Agradecía en lo más profundo de su ser que su padre lo haya obligado a tomar lecciones de entrenamiento para las futuras guerras, vaya que lo ayudo mucho. Yugi se había embobado tanto con él, que no notó cuando empezaron unas manos tibias a recorrer su cuerpo por debajo de su camisa, hasta llegar a sus pequeños pezones, el cual se sonrojo con sólo el tacto.

Entonces lo miró, como pidiendo permiso que si podía hacerlo, Yugi asintió. Estaba muy nervioso en estos momentos, era la primera vez que lo haría con alguien. No era experto en esto, pero aseguraba que Atem tampoco, sin embargo el mostraba gran seguridad en sí mismo. Sin más espera, Atem pellizco con delicadeza los pezones de Yugi, quien dio un brinco.

─ ¿Te dolió? ─ Preguntó, temiendo haber hecho algo mal, también era un novato en esto. Y sabía poco, gracias a Jounochi quien le prestó unos vídeos gay porno.

Le hacía extraño que él tuviera ese tipo de vídeos, pero suponiendo por su relación con Kaiba, no había más dudas en su mente.

─ No... sólo que... ─ Mordió su labio inferior mirando a otro lado.  

─ ¿Qué?

─ Se siente, raro. ─ Respondió después de segundos, oprimiendo sus ojos. Le daba vergüenza estar así, era su primera vez después de todo.

─ ¿En que sentido?

─ Es mi primera vez, supongo, no lo sé.

Atem se río, desconcertando a Yugi. ─ Tranquilo, también la mía, sólo relájate.

Se alivió ante esas palabras, pero aún así tenía un poco de miedo. No podía evitarlo de una persona virgen.

Asintió relajándose en el sofá de la habitación, olvidándose por completo que podría entrar a alguien y descubrirlos, pero no les importaba de todas formas. Atem acerco su boca al pezón de Yugi, lamiéndolo alrededor de este, sacándole unos cuantos suspiros de placer a su amante. Con su otra mano pellizco el otro pezón de Yugi, pero esta vez con suavidad, no quería que se volviera a asustar.

Mientras tanto Yugi, comenzaba a respirar irregularmente poco, sentir los labios tibios en su pezón le causaba escalofríos, y una especie de calor en su interior comenzaba a emanar de él. Tomó el rostro de su faraón besándolo con mayor pasión, haciendo que se colocará a ahorcadas encima de él, rozando ligeramente sus entrepiernas, sacándole un gemido a ambos.

Los besos cada vez eran mas desesperantes para ambos tricolores, que apresuradamente se quitaron el resto de sus ropas quedando completamente desnudos. Teniendo la enorme necesidad de sentirse el uno al otro. 

Tiempo sin limite. | Book #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora