La monotonía mata y todos somos prueba de ello

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Vemos las mismas paredes todos los días, esas que parecen cerrarse hasta asfixiar tu caja torácica, evitando que pienses con claridad, obligándote a que sigas a los demás.
Nos cubre el mismo techo, ese que parece despedazarse de a poco, golpeándonos la cabeza con los escombros, causando dolor, dejando heridas.

Nuestra mente va pensando en otro lugar, en nuestro hogar, en dónde podamos sonreír con facilidad, mientras que nuestros pies caminan por el camino de la asquerosa realidad.

Hablamos de las mismas cosas vacías, y respiramos el mismo aire, lloramos a la misma hora, esa en la que nadie nos ve ni nos escucha, y dejamos que el reloj nos robe otro minuto más.

Los ojos pierden su brillo y los adultos sólo intentan aplastar los sueños de los jóvenes.

Todo es gris.

Está claro que nadie puede estar feliz ante ésta idea.

Fingir e intentar convencernos de que vivimos pero apenas llegamos a 'vi' antes de que la alarma suene de nuevo, y suena y suena y suena, en otro día, hasta que es 31 de diciembre y tenemos esa estúpida idea de que algo va a cambiar...

ToskaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora