Algunos días soñaba con despertarme y sonreírle al techo sin mayor razón. Poder desayunar juntas con mi madre sin pelear en los primeros dos segundos del día. Algunas mañanas soñaba con abrir mis ojos y sentir mi alma en mi cuerpo y esa motivación para comenzar mi día como si fuera el último.
Cuando me miraba en el espejo nunca era yo. Era otra persona, alguien quien había sido moldeado por la sociedad, alguien que me daba asco, porque se había dejado manipular sin recordar sus propios valores y principios. Sin recordar lo que le hacía verdaderamente feliz.
Cuando debía vestirme abría mi armario y no encontraba nada que llevara mi esencia; vestía como cualquier otro, y eso hubiera estado bien si yo tuviera ese estilo, pero no era así.
A diario, (tristemente debo reconocer), me encontraba criticando a aquellos que se veían "diferentes", los que todo el mundo clasificaba de raros y por eso los apartaban; yo nunca hice nada contra eso, en cambio los miraba y me preguntaba qué les pasaba por la mente para vestirse de tal manera o llevar a cabo ciertas acciones. Sabía que estaba mal, y aún así no podía evitarlo.
Una vez leí que algunos intentan hacer sentir a los otros como si fueran inferiores para así sentirse mejor consigo mismo, para sentirse superior y evitar ser intimidado, y era jodidamente cierto. Todo fue peor cuando me di cuenta que esas personas a las cuales todos llamaban "raros" eran probablemente más felices que yo, porque estaban siendo ellos mismos, y eso les debía sacar un peso de encima de sus hombros; yo seguramente jamás lograría ser mi yo verdadero.
Lloré cuando me di cuenta que mi verdadero yo había estado tan escondido estos últimos años que ya ni recordaba como era.Me busqué. Creéme cuando digo que revolví todo a mi alcance intentando encontrar alguna partícula de mí buen pasado, de mi buen yo.
Y dolió. Y duele. Demasiado como para poder ponerlo en palabras.
Lamento si ya no hay sonrisas verdaderas y si ya nada logra llenar el vacío. Sé que a nadie le gustan las chicas tristes, ni la poesía homicida ni hablar sobre lo malo de la vida, y bien, lo siento, mierda yo ya no puedo más.
Llevaba días eternos sintiéndome una mierda (quizá porque lo era), llevaba mañanas mirándome en el reflejo de mi celular para evadirlo todo y a todos.
Llevaba semanas con mi alma cargada al hombro, porque luchaba por respirar pero mis lágrimas siempre ahogaban mis pulmones.Y con días me refiero a meses tan eternos como mis ganas de desaparecer. Pero no quiero morir... No quiero.