Hierofanías Y Psicofonías De Amor [Fairy Tail]

Capítulo 5

"Tabla Ouija"

—Aquí no hay nada tampoco. Confirmó Gray cerrando con cuidado una de las tantas puertas que daban paso a un sinfín de salones en aquella mansión. Y es que, era bastante sorprendente ver el que aún hubieran puertas de madera lo suficientemente resistentes —que a pesar de estar bastante roídas por polillas y por vieja y apestosa humedad aún estuvieran en pie y con vigor— para realzar su sencilla y única función: ser una puerta que mantiene abierta o cerrada una habitación.

—No entiendo qué es lo que Levy precisamente espera que encontremos. Aquí solo hay polvo, insectos, ratas, objetos pudriéndose, moho y... nada más. Y es que, aunque Erza trataba de que su voz no denotara la sensación de miedo que recorría por su espina dorsal, era fácil cuando comenzaba a desesperarse al no toparse con nada más que polvo e insectos, fastidiosos y asquerosos insectos. 

Aquel lugar era sin dudas, digno de ser uno de los escenarios perfectos para una leyenda urbana de terror. El ambiente se sentía pesado, o quizá por el aire que predominaba por el viejo y seco polvo. Incluso por la densa oscuridad típica del país para esa época, pero a lo que te impulsaba no era a permanecer en una velada por aquel lugar. En definitiva no.

Ahora a Erza sí que le parecía mala idea lo de separarse. Y lo admitía: prefería estar siempre al lado de Lucy, y no solo por su extraña tendencia que tenía a la 'pequeña Lucy', sino también porque con ella, cualquiera se sentía más seguro. Su aura era siempre calmada y serena, así lograban contagiarse con un poco de esa calma tan característica de ella.

Mas Lucy, que buscaba en lugares que resultaban obviamente sospechosos; y con los tantos años de conocer a Levy, sabía con exactitud que las intenciones de ella eran más ocultas. 

Hacer que una ex-parapsicóloga, volviera a creer en lo que una vez creyó. 

Era un tonto juego de niños y eso como siempre la decepcionaba. Esperaba muchísima más madurez de su parte, mas no la despreciaba, porque en el fondo, ella misma le seguía el juego. Una fugaz sonrisa cruzó por su rostro al recordar cómo se habían conocido en la universidad. No había sido nada más que el compartir intereses o materias lo que las había unido en su momento. En algún momento, se había sentido como cosa de algo mayor, algo que muchos suelen llamar a la ligera como destino.

Pero si Levy quería declararle la guerra a ella en ese momento; y aunque todo eso le pareciera una tontería, con gusto respondería al fuego del que era víctima.

—Yo sí que he encontrado algo interesante. Siendo como era sabía hacia dónde posiblemente dirigirse, y al haber escogido la parte más alejada —terminando siendo el ala más oscura— había podido encontrar un premio muy gordo. 

Esa habitación tenía sin duda un aura mucho más pesada que las otras. Aunque gracias a una pequeña pero constante corriente que salía y llegaba a las piernas de la rubia, parecía ser que extrañamente, el aire ahí parecía ser el mismo que el de fuera. O así era como podía sentirlo ella considerando sus años de olvidada experiencia.