El alma de una persona, el espíritu, lo que permanece. Luego está el cuerpo, lo efímero, terrenal, lo perecedero. Dos caras de la persona, pero, sin embargo, ambas corruptibles. Se pueden modificar.
Tras la caminata del otro día para huir de Amanda, no experimenté sino repugnancia hacia mí mismo. Un maldito impulso me provocó un efecto que no esperaba. Fui vulnerable, vulnerable a mi yo humano.
'No matas a las personas, solo destrozas el cuerpo. El alma perdura.'
El alma perdura. El alma perdura. Pero, ¿dónde perdura?
'Perdura en algún sitio, pero perdura.'
Tras dormir un poco, no tenía nada que hacer, así que me fui a pasear, algo poco típico en mí, pero necesario para momentos de flaqueza. Hyde Park parecía un buen lugar.
Maldito sea el momento en el que decidí que era un buen lugar. Estaba ella. Amanda. La que sabe quién soy.
Mierda.
Anduve alerta a lo largo del parque manteniéndola vigilada. Iba de luto, toda de negro, junto con tres hombres de vestimentas similares, sus guardaespaldas, supongo.
Un pájaro alzó el vuelo a mi izquierda, el ruido fue tan repentino que no pude evitar mirar y asustarme. Al volverme, no la vi. La había perdido. Dios no.
No hice más que salir a paso ligero de allí, evitando que me viera a toda costa. Ya había llegado a la salida cuando tropecé con alguien.
-Perdone, no quería molestarla.
-Tranquilo, no es molestia.Era ella. Era ella, ELLA. Me miró tras decir eso, y no apartó la vista de mis ojos. Así hice yo.
¿Qué significaba eso?
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Memorias
HorrorUn breve paso por la vida. Por la vida de una persona enferma; adicta a la muerte.