Declaración de principios.

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Nunca he sido hombre de grandes palabras, ni de grandes acciones. Nadie me ha recordado por lo que soy ni lo que he hecho. Pero, ¿quién podría haberlo hecho sino alguien demente?

Pero lo mío pasó de enfermedad. Pasó a ser el modo de vida de alguien, de las necesidades de alguien que necesitaba refugiarse en algo. Pero algo malo.

Corren buenos tiempos para la muerte, sin duda. Nadie echa de menos a nadie. Nadie indaga, porque tienen miedo. Miedo a que yo les vea hacerlo.

Y, ¿qué vicio sino uno malo podría

estar narrando ahora? La muerte. El vicio de hacer pagar a alguien por sus hechos. Pero no soy un superhéroe. Sino un asesino.

Pero todo asesino tiene su error. Dejar vivo a alguien; a un testigo. Un incriminador.

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Continuación con el capítulo I el 11-7-14

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